Williams Alexander Tapón tenía 24 años y era investigado por la Justicia ya que había sido imputado por “homicidio agravado por alevosía en grado de tentativa en el contexto de un espectáculo deportivo” por el ataque al árbitro durante un partido de fútbol amateur. Dos días después de ese hecho, se quitó la vida. El joven, al parecer tomó la trágica decisión de suicidarse luego de la viralización de las imágenes del feroz ataque al réferi Ariel Paniagua. A última hora de la noche del lunes siguiente a lo ocurrido durante el partido, fue encontrado en las vías del tren el cuerpo sin vida del futbolista amateur. Este triste episodio, si bien no es el primero, reabre la polémica sobre la presión a la que se someten los jugadores con el objetivo de permanecer.
El drama de los suicidios en el fútbol se agrava por la dificultad de los jugadores para exteriorizar los problemas que sufren dentro y fuera de la cancha. La depresión que surge por el retiro, quedar libre de un club, ser despedido, tener problemas familiares o no poder superar una lesión, son disparadores de los casos que conmocionan al mundo del deporte por el trágico final en el que desembocan.
A fines del año pasado, la muerte de Samuel Rebollo, jugador de Aldosivi, expuso una problemática urgente: La relación entre el alto rendimiento deportivo y los padecimientos de la salud mental. El final trágico del joven reavivó una pregunta recurrente: ¿Qué pasa cuando las luces del éxito se apagan y la ilusión de “ser alguien” en el mundo del fútbol se desvanece poco a poco?
Samuel tenía 20 años y el suyo no fue un caso aislado. En 2019, otro chico del mismo club, Leandro Latorre, también se quitó la vida. Como a Rebollo, no le habían renovado el contrato, en su caso, acababa de cumplir 18 años.
Cuando se conoció la noticia del suicidio de Samuel, Luz Morales, psicóloga clínica y deportiva, en redes sociales contaba que en su consultorio recibía a jóvenes ilusionados “por llegar”, con un peso enorme sobre sus hombros: la presión social.
Al respecto contaba: “La persona que se suicida perdió su marco de referencia, que en la vida suelen ser la familia, la pareja, la profesión, el trabajo. Cuando algo de eso desaparece, hay que tener mucho cuidado, más con pibes que desde los 7 u 8 años dejan todo para jugar en un club y sus familias hacen sacrificios muy grandes porque tienen la fantasía respecto a que ‘va a llegar’ en algún momento”.
Recientemente, Morales confesó: “Los jóvenes deportistas tienen eso que muchas veces los adultos no tenemos: la flexibilidad y plasticidad para escuchar, aprender, crear, y mucho más. Es fundamental el apoyo psicológico y el entrenamiento mental en los niños y niñas que se inician en el deporte, ya que es primordial trabajar con ellos en su tolerancia a la frustración, su confianza, y que puedan de a poco encontrarse con su deseo, más allá del de sus papás y entrenadores”.
Dentro de los muchos más casos de suicidios que hubo en el fútbol argentino, se encuentra el de otra víctima que se cobró la depresión en el deporte local en el año 2019, cuando Julio César Toresani fue encontrado muerto en su vivienda en el predio de la Liga Santafesina de Fútbol. Después de su retiro como jugador, “El Huevo” vivió dramáticos años y sufría un grave cuadro de depresión. A él se suman Alexis Ferlini, arquero liberado por Colón de Santa Fe, y el mencionado Leandro Latorre, delantero de Aldosivi de Mar del Plata, que se quitaron la vida en 2020. Ninguno de los dos llegó a Primera División.
Al año siguiente, al comienzo del 2021, otra tragedia conmocionó al fútbol argentino y uruguayo, Santiago "Morro" García, ídolo de Godoy Cruz de Mendoza, se suicidó mientras estaba en pleno conflicto con la dirigencia del Club y a la vez intentaba reponerse mediante un tratamiento psiquiátrico. Muchos años atrás, un reconocido hombre del mundo del fútbol que se desempeñaba dentro de las canchas, aunque no como jugador, sino como réferi, también se quitó la vida, se trataba del ex árbitro Fabián Madorrán, quien tomo la trágica decisión después de haber sido despedido por la Asociación del Fútbol Argentino en 2004.
Sin dudas, un caso siempre recordado y renombrado, por las fuertes características del hecho y por ser uno de los primeros en tener trascendencia, fue el del volante de San Lorenzo Mirko Saric, ocurrido el 4 de abril de 2000. Tenía tan solo 21 años. La terrible historia detrás del suicidio del crack que quería Real Madrid, incluyó depresión y un hijo que no era suyo.
Era uno de los jugadores más importantes de las Inferiores de San Lorenzo y lo buscaban del exterior. Primero sufrió una grave lesión. Y luego un drama personal lo llevó a tomar una trágica decisión final.
Ante cada nueva y dolorosa muerte, asombra el aumento en el alcance de la mediatización que logran esos hechos, al masificarse masivamente. Lo cual va de la mano con la necesidad latente y urgente de hablar de un tema que debe dejar de ser tabú, para encontrar soluciones definitivas, con la contención profesional adecuada y necesaria hacia sus protagonistas.
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