La crisis política y económica que sacudió a Argentina en diciembre de 2001 tuvo uno de sus episodios en la región. Más precisamente el 30 de diciembre en la residencia presidencial de Chapadmalal, donde el presidente Adolfo Rodríguez Saá apostó y perdió en su última jugada para dotarse de gobernabilidad. Ese día había convocado a los 14 gobernadores peronistas para lograr un acompañamiento a su programa que había anunciado con bombos y platillos días atrás. La desconfianza de la mayoría de ellos sobre la intención del puntano de querer completar el mandato de De la Rúa y no convocar a elecciones en 60 días como se había establecido, se impuso y solo asistieron seis de los convocados. Esa misma noche, Rodríguez Saá voló desde Mar del Plata a San Luis, donde renunció profundizando la crisis. Rodríguez Saá fue nombrado presidente por la Asamblea Legislativa tras la renuncia de De la Rúa En su corto gobierno, Rodríguez Saá declaró la suspensión de pagos de la deuda externa con acreedores privados, garantizó la continuidad de la convertibilidad, anunció la creación de una nueva moneda –el argentino-, el otorgamiento de más de 100 mil subsidios, un plan para crear un millón de puestos de trabajo, y el aumento a estatales y jubilados. Ese programa hacía pensar que su intención era quedarse a completar el mandato de De la Rúa, para el que faltaban dos años, lo que le restó apoyo de la mayoría de los gobernadores peronistas, muchos de los cuales tenían aspiraciones presidenciales. El plan económico era el otro aspecto determinante, donde el sector referenciado con Duhalde apuntaba a una salida ordenada de la convertibilidad. A sabiendas de las tensiones internas, Rodríguez Saá convocó a una reunión a los 14 gobernadores peronistas, a realizarse el 30 de diciembre en la residencia presidencial de Chapadmalal. Allí se sentarían las bases del gobierno en aspectos claves como la situación económica, la estructuración del gabinete y la convocatoria a elecciones, fortaleciendo la presidencia. Sin embargo, se terminó de plasmar el vacío de poder porque solo asistieron 6 de los 14 mandatarios del PJ y el flamante presidente quedó sin apoyo político, por lo que decidió volverse a San Luis y renunciar por televisión ese mismo día. Al complejo turístico solo habían asistido el bonaerense Carlos Ruckauf; el riojano Ángel Maza; el formoseño Gildo Insfrán; el salteño Juan Carlos Romero; el misionero Carlos Rovira; la puntana María Alicia Lemme; y el vicegobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo, enviado por el gobernador Néstor Kirchner. Ruckauf, aliado a Duhalde, asistió condicionado a sabiendas que a los ojos de la sociedad su ausencia haría quedar como clave su no apoyo para la caída de un nuevo presidente. “Me están dejando solo. Me voy a renunciar desde mi provincia”, dijo Rodríguez Saá ante los escasos asistentes. Acorralado, dio por concluido el frustrado encuentro, desde Chapadmalal viajó en auto al aeropuerto de Mar del Plata y de ahí voló San Luis en el avión presidencial. Esa misma noche anunció su renuncia con un fuerte discurso. “los lobos o los lobbies que andan sueltos no entendieron la esencia de los nuevos tiempos y pretenden mantener los privilegios de la vieja Argentina. No voy a ser el presidente de la continuidad de esa vieja Argentina ni de la represión al pueblo para sostener las posiciones de factores de poder, a los que muchos me incitan. No acepto esa infamia”, lanzó.
Ante la ausencia de vicepresidente, el Ejecutivo debía recaer nuevamente en Puerta, pero renunció a la presidencia provisional del Senado, por lo que debió asumir el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño. El exintendente de Quilmes convocó a una nueva Asamblea Legislativa que el 1 de enero proclamó a Eduardo Duhalde como presidente, dándole forma al mito de los cinco presidentes en una semana, que en rigor lo fueron en el plazo de 13 días. |