9 de julio de 2017
ENTREVISTA EXCLUSIVA
Fernando Rozas: “La idea es que los nuevos penales estén en el segundo cordón del GBA”
El interventor del Servicio Penitenciario Bonaerense habló con La Tecla de lo que se hizo hasta ahora, lo que se hacía antes y lo que se hará. A continuación, la segunda parte de la entrevista

-Hace un tiempo se dieron a conocer varios proyectos de nuevos complejos penitenciarios, uno de las cuales iba a estar ubicado en la localidad de Sevigné, partido de Dolores...
-Estamos esperando que en la Legislatura provincial se active el tratamiento de la ley de la iniciativa público-privada, que nos va a permitir planificar a largo plazo sin comprometer el crédito fiscal de la Provincia. A partir de esa ley se pueden generar obras sin tener que comprometer fondos específicos del presupuesto anual del Estado. Si avanza eso, ya contamos con el aval para iniciar nuevas construcciones.
-Más allá de que no esté la ley, ¿ya se sabe dónde van a ubicarse esas nuevas construcciones?
-Todavía no está definida la locación. Sí tenemos propuestas en varios lugares, y a medida que avanzan los proyectos vamos evaluando cuál es el mejor sitio para la instalación. Creemos conveniente que es mejor hacerla en el segundo o tercer cordón del Conurbano, por cuestiones básicamente de necesidad. Acá se necesitan más cárceles que en el interior de la Provincia. Y otro tema a tener en cuenta es el de los traslados y los comparendos. Cuando un preso está a disposición de un juzgado del radio Capital y está alojado en Bahía Blanca, cada vez que el juez necesita hacerlo comparecer para una audiencia, al Estado provincial, vía SPB, le cuesta el traslado, el móvil, el gasoil y la hora hombre. Por eso es mucho más razonable que las próximas unidades se piensen en el área del segundo o tercer cordón del Conurbano.
-¿Por ejemplo?
-Mercedes, San Vicente, Presidente Perón, Brandsen; por decirte algunas.
-Son ciudades con una mezcla de interior y Conurbano, y sabido es que la gente del interior nada quiere saber con la instalación de un penal, sobre todo por ese miedo a perder en tranquilidad y seguridad.
-Es verdad. Pero también hay otra realidad: hay municipios en los que entienden que la llegada de un penal tiene que ver con la generación de puestos de trabajo. A los suboficiales penitenciarios tratamos de convocarlos dentro del área que van a cumplir servicios, porque también pensamos en los traslados y la movilidad. Los puestos de trabajo y la consecuente reactivación de la economía se generan tanto durante la ejecución de la obra como después de terminada y en funcionamiento el complejo. Mucho depende de lo que opine cada municipio y cada intendente.
Jueces duros, más superpoblación carcelaria
“La casuística y los momentos hacen que el Poder Judicial sea más propenso a brindar tratamientos o morigeraciones de la pena. En este caso, nosotros hemos experimentado en el último año, y es muy probable que sea por los casos que se han puesto a la luz, que hay muy pocos jueces de la Provincia que otorguen beneficios o morigeraciones de pena; con lo cual nosotros tenemos una ecuación compleja: cada vez hay más ingresos y menos liberaciones. Esto hace que haya crecido muchísimo la ta-sa de detenidos”, reflexiona, cuidadoso, el interventor.
“En el SPB sólo cobra un peculio el preso que trabaja en los talleres”
-El preso gana más que un jubilado: ¿Mito o realidad?
-Es un mito; por lo menos en el Servicio Penitenciario Bonaerense. El detenido no cobra. Sólo aquel detenido que realiza trabajos en cárcel tiene un peculio, que es una remuneración por la tarea que lleva a cabo de acuerdo al taller que desempeñe. Ese es un tema central. Tal como dicen la Gobernadora y el ministro Ferrari, durante el tiempo que se tenía en custodia a una persona, ya sean tres, cinco o siete años, el Estado no hacía nada, solamente dejar pasar los días y años y liberarla cuando se produjera el vencimiento de la condena; en el medio, nada. Muy probablemente, esa persona salía más adiestrada en cuestiones delictivas de lo que había ingresado. En esta administración hemos reactivado 77 talleres, para que los internos puedan capacitarse y tener herramientas para que cuando salgan en libertad tengan opciones distintas a la delincuencia. La idea es que la mayor cantidad de internos pase por esos talleres. Hasta cuando nosotros ingresamos, la fábrica de broches, las panaderías o fábricas de fideos eran manejadas por los mismos cinco o seis internos de siempre. Lo que hicimos fue cambiar el paradigma. Nosotros no queremos producir pan o fideos, lo que queremos es que la mayor cantidad de internos aprendan a hacer pan o media- lunas. Lo que hicimos ahora son talleres escuela: aquella persona que aprendió, rota, y viene una persona nueva a aprender el oficio. Luego, los mismos internos que ya aprendieron son los maestros o docentes en el arte u oficio que están enseñando: panadería, carpintería, etcétera. Creemos que esto va a ser una herramienta a largo plazo para evitar el crecimiento y, también, llevar a la baja la tasa de reingreso a los penales, la cual hoy está en un 42 por ciento.
Las auditorías y el “buen desempeño del personal”
Apenas comenzada la intervención se produjeron cambios en la cúpula, muchos con causas, y tantos otros entre agentes penitenciarios de menor rango. ¿Ese análisis aún se hace?
-Desde la Auditoría de Asuntos Internos, la cual hemos sacado del ámbito del SPB y ahora depende directamente del ministro de Justicia, hemos separado a una gran cantidad de personas que estaban cumpliendo funciones con condenas penales firmes y condenas de inhabilitaciones especiales para ejercer funciones públicas. También se empezaron a pedir los certificados de reincidencia para conocer el estado del personal en actividad. Se hicieron auditorías con respecto a lo que es el buen desempe-ño del personal. Eso implica cómo cada director de unidad y el resto de los agentes desempeñan la función que les ha sido encomendada de acuerdo a los estándares que les vamos fijando. En esa línea hemos desplazado a muchos jefes de unidad, subdirectores, jefes de depósito y jefes de administración, por diversas irregularidades.
-¿Hay casos llamativos?
-Por ejemplo, hace poco, en la Unidad 39 de Ituzaingó, donde los responsables fueron pasados a disponibilidad preventiva, e incluso con un allanamiento por parte de la Justicia provincial, se detectó que parte del personal realizaba desmanejos con la carne que tenía que ser destinada a los internos. Lo mismo sucedió en el penal de Trenque Lauquen, donde los jefes de depósito desviaban bolsas de harina a una panadería de la zona. Estamos haciendo un importante seguimiento, que también implica que las cosas mejoren. Aquel personal que estaba en abandono de controles podía hacer lo que quería. Hoy se hace lo que se debe hacer. Solamente por la palabra mágica que es “control”. Nosotros estamos controlando.