18 de noviembre de 2015
PERFIL
Quién es el hombre de máxima confianza de Vidal
De legislador Zen a todopoderoso. Reservado y prudente, Federico Salvai es bien considerado en el PRO por su obsesión para llegar a acuerdos en las diferentes instancias de negociación. No descolló como diputado pero no dejó de ir a reuniones a Perú 160

Si hay que hablar de un “vidalista” del primer momento, ese es Federico Salvai, actual legislador del PRO y hombre clave de la Vicejefa de gobierno porteño y Gobernadora electa de la provincia de Buenos Aires, tanto en su campaña como en su desembarco más allá de la General Paz.
Sin un lugar anunciado, lo que se sabe es que Federico Salvai ocupará un lugar de relevancia en el Gabinete de María Eugenia Vidal, de cara a la asunción en diciembre. En el PRO hablan de un rol como el de Marcos Peña de la Provincia, por lo que suena más firme la Secretaría General pero con más atribuciones y tareas.
Cultor del bajo perfil, tal como lo describen muchos de los que lo conocen, es el armador de la campaña de Vidal, desde antes de que tuviera chances reales de llegar a la Gobernación, y candidato puesto a ocupar un lugar de relevancia en el go-bierno bonaerense: se habla de secretaría General o la Jefatura de Gabinete.
Salteño de nacimiento, tiene 38 años y llegó a la Ciudad de Buenos Aires a los 18 para estudiar Derecho y Periodismo, carreras que terminó en la Universidad Kennedy. Desarrolló ambas, pero la política lo convenció más. “Fue el motor de la campaña de María Eugenia. A pesar de que tenía en mente a la Provincia no descuidó su tarea como legislador”, comenta a Qué un compañero de bloque.
Deportista, sale a correr temprano por la mañana cada vez que puede, producto de un hábito que tomó desde hace algunos años cuando largó el pucho y empezó a participar en maratones. Pero el trajín de la campaña le hizo retomar “el vicio”, en medio de los nervios, la ansiedad y las discusiones propias de un proceso tan reñido como el que enfrentó el PRO este año en la Provincia de Buenos Aires.
No descolló como legislador; asumió su banca en el mismo momento en que Vidal aceptó el pedido de Mauricio Macri para ser la candidata de “la madre de todas las batallas”, y la acompañó en la recorrida por sus 135 distritos: del Conurbano, en los primeros días de la semana, y del interior profundo entre el viernes y el sábado.
Suele vestir camisas lisas y le gusta mucho jugar al tenis y al golf, hobby que, no obstante, tuvo que relegar como tantas otras por la campaña en la Provincia. “Es la persona de mayor confianza de María Eugenia; si ella tiene que encarar una misión importante se la encomienda a Fede, es la persona de su mayor círculo íntimo”, destacan en el PRO.
Pocos saben que llegó al macrismo desde el peronismo. Siendo veinteañero, fue director de Comunicación del Consejo Provincial del Menor, de la mano de la entonces titular del organismo María Laura Leguizamón, mientras Eduardo Duhalde manejaba todos los hilos de la Provincia.
Por un breve período aceptó la propuesta para formar parte de la dirección de Prensa del Programa de Acción de Apoyo Integral a la Socialización de Menores Marginados en el Gran Buenos Aires (PROAMBA) de la Unión Europea entre diciembre de 1999 y noviembre de 2000.
Pero ese año se volvió a vincular con Leguizamón, cuando asumió su banca como legisladora por la Ciudad de Buenos Aires por la alianza Acción por la República, en un leve distanciamiento del duhaldismo. Primero fue asesor legislativo y luego Jefe de Despacho. Allí conoció a quien es hoy su mujer: la ministra de Desarrollo Social de la Ciudad: Carolina Stanley, que era asesora en Políticas Sociales.
Por entonces, Salvai, en su naciente trayectoria política, estaba enrolado en el sector del dirigente peronista Gustavo Beliz, que había renunciado al menemato con denuncias de corrupción y había formado en 1999 la coalición Acción por la República junto al ex ministro Domingo Cavallo, por la que fue electa la misma Leguizamón en la carrera por la Jefatura de Gobierno.
Los vínculos llevaron a Salvai y Stanley a un espacio naciente, también surgido de la extracción duhaldista: el Grupo Sophia, el think thank que fundó el ac-tual Jefe de Gabinete y Jefe de gobierno electo Horacio Rodríguez Larreta, que cobijaba entre otros a la ascendente María Eugenia Vidal.
El salteño se volcó en poco tiempo a Compromiso por el Cambio, el partido fundado por Macri y para el que el Grupo Sophia colaboró de manera intensa. Fue parte de la llegada de dirigentes peronistas al PRO como Cristian Ritondo o Diego Santilli.
“Tiene una gran capacidad de generar consensos y dotes de armador político que, sumado a su bajo perfil, lo hacen muy bien considerado”, añade otra fuente.
Entre 2004 y 2008 se desempeñó como Jefe de División de la Auditoría General de la Ciudad, cargo que ocupó hasta que Vidal lo nombró como Jefe de Gabinete del ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad en mayo de ese año.
Meticuloso
“Vidal siempre menciona en los actos internos a Federico. Le está sumamente agradecida y le tiene la más absoluta confianza. Es, sin dudas, un vidalista de la primera hora”, lo ensalzan desde uno y otro lado del macrismo bonaerense.
La mandataria electa premió en 2011 la fidelidad de Salvai al pulsear para dejar en el ministerio de Desarrollo Social a su esposa, entonces diputada y otrora funcionaria de la cartera como Directora General de Fortalecimiento de la Sociedad Civil.
Al mismo tiempo, lo designó a él como secretario de Desarrollo Ciudadano de la Vicejefatura de gobierno, y no dudó en sumarlo dos años más tarde para su odisea bonaerense, luego de ubicarlo en la lista de diputados porteños. Ella misma se ocupó de designarlo en público como su “armador en la Provincia”.
En el último tiempo, se apoyó en el presidente de Jóvenes PRO y diputado electo, Maximiliano Sahonero que, de hecho, responde a Vidal y en Magdalena Acuña, funcionaria de la Vicejefatura que estuvo a cargo de verificar las mesas testigo
de Provincia, elogiada tarea en el PRO para conocer los datos del 25 de octubre.
Hasta hace algunos meses era comentada en los pasillos de la Legislatura la instrucción que le había dado a sus asesores y su grupo de trabajo: que le midieran el tiempo al máximo, algo que se extendía a todas sus actividades. Bajaba al recinto cuando ya estaba conformado el quórum o la mayoría de los diputados de sus bloques ya lo habían hecho.
Se dividía el tiempo en tres: Vicente López, donde estaba el comando de campaña, Uspallata, donde tenía una oficina informal en la Vicejefatura de Gobierno, y en el Palacio Legislativo de Perú 160, donde procuraba asistir a todas las reuniones en las que se lo demandaba.
“Jamás te dice que no, a lo sumo encuentra la forma de no darte una respuesta negativa. Escucha mucho y luego habla”. Quienes lo conocen le achacan que lleva un “ritmo larretista”: “Es un tipo que no para, está siempre haciendo cosas”.
Fuente: Revista Qué