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Miércoles, 27 agosto 2025
Argentina
27 de agosto de 2025
LA TECLA MAR DEL PLATA

Dos mujeres, un mismo desafío: el rectorado de la UNMdP

Por primera vez, la UNMdP tendrá una fórmula femenina: Mónica Biasone y Marina Sánchez Herrero competirán por el rectorado. En entrevista con La Tecla, presentaron su plan de gestión y su visión de futuro para la universidad.

Dos mujeres, un mismo desafío: el rectorado de la UNMdP
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La Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) se prepara para sus elecciones, que se desarrollarán del 15 al 19 de septiembre, en las que se elegirá al rector que conducirá la Casa de Altos Estudios durante los próximos cuatro años.
 

En este contexto, el oficialismo presentó una fórmula inédita: por primera vez, estará integrada exclusivamente por mujeres. Mónica Biasone, contadora y dirigente universitaria, encabeza la fórmula como candidata a rectora, acompañada por Marina Sánchez Herrero, abogada y presidenta del Concejo Deliberante de General Pueyrredon, como candidata a vicerrectora.
 

En diálogo con La Tecla, las candidatas compartieron detalles sobre su postulación, su plan de gestión y su visión sobre el futuro de la universidad, marcando un cambio histórico en la conducción de la UNMdP.


-En estas elecciones para el rectorado de la UNMdP, por primera vez, una fórmula está integrada exclusivamente por dos mujeres, un hecho histórico. ¿Por qué esa decisión? ¿Qué significa, en estos tiempos, que una fórmula esté compuesta exclusivamente por mujeres?
 

-Sánchez Herrero: Tanto Mónica como yo conformamos una fórmula en la que cada una está porque aporta su propia trayectoria dentro de la universidad. Y es muy importante que seamos dos mujeres quienes eventualmente, si así lo decidiera la comunidad universitaria, podamos conducir la institución.


-Biasone: ¿Por qué es histórico? La Universidad Nacional de Mar del Plata cumple este año 50 años como universidad nacional y 63 desde sus inicios como provincial. Nunca hubo una candidata a rectora. Sí hubo postulantes —la actual vicerrectora es mujer—, pero jamás una fórmula encabezada por mujeres. En el país, de las 62 universidades nacionales, solo 13 son conducidas por rectoras y apenas 4 tienen un binomio femenino. Por eso creo que es absolutamente disruptivo: refleja una realidad que vemos en las aulas, en los trabajadores no docentes, en los egresados y egresadas, y en los propios estudiantes. Hoy la matrícula es 64% femenina; entre los no docentes, el 59% son mujeres; y en el cuerpo docente, alrededor del 62 o 63%. Esa realidad nunca se había expresado en una fórmula. No es solo una originalidad: es una asignatura pendiente que la comunidad universitaria debe saldar.
 

-¿La postulación de ustedes implica continuidad con la actual gestión o marca una renovación?
 

-S.H: Bueno, depende de cómo se lo mire. Es una continuidad, por supuesto. Formamos parte de los mismos espacios y compartimos las mismas ideas. Lo que seguramente hagamos, tanto Mónica como yo, será darle una mirada renovada a las políticas que ya vienen desarrollándose. Pero somos, en definitiva, la continuidad de ese espacio.
 

-B: Nuestra universidad tiene una impronta muy fuerte, no solo por su importancia en Mar del Plata, Batán y Balcarce —que son parte de nuestra zona de influencia—, sino también en todo el sudeste de la provincia de Buenos Aires. En los últimos años, además, se la ha posicionado entre el cuarto y el sexto lugar en los rankings de universidades nacionales, según el momento y las variables que se tomen. Es decir, la UNMdP es una referencia nacional.

Vamos a sostener todo lo bueno que se ha hecho, que es mucho, pero también ir por algo nuevo. Que tiene que ver con una política académica, de fortalecer la carrera docente y de construir una universidad más humana, más de contención —como decía Marina en el discurso del sábado—. Tenemos que empezar a pensar en un futuro que aún no está diseñado, y que somos nosotros quienes debemos diseñar.

 

-S.H: Este es el desafío de todo lo que tiene que ver con lo nuevo. Vivimos en una sociedad que nos deja perplejos. Primero, porque todo es rápido y líquido. Al ser todo así, ya no existen los tiempos de antes para acomodarse al cambio o generarlo desde otra lógica. Hoy lo rápido y lo líquido se imponen, y eso atropella a todas las instituciones en su deber ser frente a esta nueva realidad.

Lo importante es que venimos con los mismos principios y valores de las gestiones anteriores. Ahora, nuestro desafío es aggiornarnos a este mundo líquido, en permanente transformación, y encontrar la manera de conducir los destinos de una de las instituciones más importantes de la sociedad.


-¿Cuál es el plan de gestión que ustedes proponen para la universidad?
 

-B: El sábado presentamos no solo una fórmula, sino también un programa. Y ese programa no lo ideamos solo Marina: se viene trabajando en el espacio político que conformamos para conducir esta universidad, que actualmente está conduciendo la universidad. Desde marzo aproximadamente, nos convocamos en reuniones de trabajo. Primero de manera general, y luego se formaron pequeños grupos —triunviratos— donde trabajaron docentes, trabajadores no docentes, estudiantes y graduados. Así fuimos delineando este plan.

El plan se basa en cinco líneas de acción: política académica, política de personal, una universidad más humana y contenedora, gobierno abierto y transparencia universitaria. Son algunos de los lineamientos principales del programa.

Creo que lo más disruptivo es que pensamos en construir lo nuevo: profesiones que todavía no existen, porque estamos formando profesionales que se desempeñarán dentro de 10, 20, 30 o incluso 40 años. Profesiones atravesadas por las tecnologías y por un mundo constantemente cambiante.

Tenemos que adaptarnos a ese mundo y a las estructuras universitarias actuales: somos docentes del siglo pasado, con una estructura de hace varios siglos, formando jóvenes que trabajarán dentro de 50 años. Ese es el gran desafío: pensar las profesiones de manera interdisciplinaria y transversal, y acortar un poco los planes de estudio. Se avecina una reforma basada en créditos académicos, no en los planes tradicionales, y eso nos obliga a tener una mirada más aguda sobre el futuro que se viene.

 


-S.H: Para mí, hay que sumarle a lo que dice Mónica sobre las nuevas profesiones algo trascendental: el desafío de repensar las que ya existen. ¿Cómo van a ser? ¿Cómo se van a desempeñar?
 

Hay una certeza que todos compartimos: nada será igual. La inteligencia artificial ya nos impactó. La sociedad exige respuestas inmediatas y directas, y eso atropella los tiempos tradicionales. Por ejemplo, los abogados tenemos procesos largos.  Y hoy en la sociedad, el ser humano vive con una necesidad de respuesta inmediata que no reconoce esos tiempos.
 

Por eso, además de ubicar a la universidad en la modernidad a partir de las nuevas profesiones que el mundo necesita, también debemos poder reversionar las que ya existen, porque seguirán siendo necesarias mientras se adapten a los cambios.



-¿Planean incorporar nuevas carreras durante su gestión en la universidad?

 
-B: Por supuesto que todos pensamos en eso. El tema es que hay un límite presupuestario. Estamos atravesando una crisis que la universidad nunca había vivido en tiempos recientes. Del presupuesto universitario, el 98% se destina a sueldos y cargas sociales de docentes y no docentes. Eso deja entre un 2% y un 5% para atender el resto de las necesidades de la universidad.

Mientras no exista una ley de financiamiento universitario y el Ejecutivo no envíe al Parlamento un presupuesto, es difícil prever cuánto se podrá destinar. El presupuesto que envía el Ejecutivo define en qué se van a gastar los fondos públicos y sirve también como mecanismo de control de ese gasto. Hasta que eso ocurra, no podemos estimar con certeza los recursos disponibles.

Sí contamos con algunas carreras nuevas en cartera, aunque no voy a adelantar cuáles para no generar especulaciones ni expectativas que tal vez luego no se puedan cumplir. Pero podemos confirmar que tenemos dos o tres carreras nuevas en proyecto.

 

-S.H: Y un dato que no es menor: también se están evaluando, con mucho trabajo y dentro de un marco ya establecido, las posibilidades de ofrecer títulos intermedios. Esto no es menor, porque permite acceder a oportunidades laborales mientras se continúa estudiando. Es un camino que ya se viene implementando en la universidad y que nosotras vamos a seguir recorriendo.

 

-Mencionaron la ley de financiamiento universitario. Con su implementación, ¿esto podría mejorar un poco la situación del presupuesto en la universidad?
 


-B: La ley plantea varias cosas, pero fundamentalmente cómo ir incrementando la participación del presupuesto universitario dentro del presupuesto general. Además, propone financiamiento para ciencia y tecnología.

No nos olvidemos de que el área de ciencia y tecnología se está desmantelando: solo en el último año renunciaron aproximadamente 4.150 investigadores, y los becarios perdieron alrededor del 40% de su poder adquisitivo. La universidad, con el 4,5% de su presupuesto destinado a gastos diversos, hace un esfuerzo notable para incrementar la cantidad de becas para investigadores y docentes, pero claramente no alcanza.

Por eso creo que es importante que la ley de financiamiento universitario no sea vetada. Ningún país desarrollado que uno admire asigna tan pocos recursos a ciencia y tecnología. No hay forma de desarrollarse si no fomentamos los estudios y la investigación básica, y ahí las universidades y los institutos de doble dependencia juegan un papel central.

Realmente tenemos que apoyar la ley de financiamiento y asegurar que los fondos destinados a ciencia, tecnología y educación superior se mantengan y se incrementen con el tiempo.



-S.H: Lo que yo digo sobre la universidad —y ya lo mencioné en el acto pasado— es que sin pensamiento crítico, sin investigación, sin diálogo entre generaciones, y sin una educación que permita debatir, construir y discutir, no hay futuro.

Hay que entender que la educación no es un lujo ni un privilegio, sino un derecho, tanto individual como colectivo. Cuando hablo de colectivo me refiero a cómo lo que sucede en la universidad se retroalimenta en la sociedad: formamos personas que luego aplican sus conocimientos en la comunidad. Por ejemplo, la labor de la Facultad de Medicina se traduce en una mejor salud social. No se trata solo de cambiar el futuro individual, sino de impactar colectivamente.

Desde esa perspectiva, la debida financiación para que la universidad funcione como corresponde es absolutamente vital.


-B: Nosotros, complementando lo que dice Marina, creemos que esta ida y vuelta con la comunidad es fundamental. En estas últimas gestiones se han conformado 13 centros de extensión universitaria en distintos barrios de Mar del Plata, algunos más periféricos, y también en Batán.

La universidad llega allí no solo para explicar lo que hace, sino también para aprender del sector. Es un ida y vuelta: las paredes de la universidad son permeables y deben serlo. No se trata solo de decir ‘esto hace la universidad’, sino de preguntar: ‘¿ustedes qué necesitan que haga la universidad?’

Por ejemplo, me invitaron a una actividad en el predio de recuperadores urbanos. Paco, quien dirige el predio, cerró la actividad durante una misa del obispo (Giobando) diciendo: ‘Nuestro sueño es que nuestros hijos vayan a la universidad’. Y bueno, ese sueño también es nuestro: que los hijos de todos puedan acceder a la universidad si tienen ganas de estudiar, sin que haya impedimentos.

Por eso vamos a diferentes lugares, especialmente los más carenciados o alejados del micro y macrocentro, para preguntar qué necesitan y también para aprender de los saberes que existen en esos lugares.
 


-Actualmente, ¿cuál es la situación de la Universidad Nacional de Mar del Plata?
 


-B: La Universidad Nacional de Mar del Plata ha mantenido hasta ahora una política muy transparente y austera. Justamente gracias a esa austeridad se han podido realizar muchas obras sin financiamiento del gobierno nacional.

Por ejemplo, se finalizaron obras en las facultades de Ciencias Exactas y Naturales, la Torre Peña, la Facultad de Salud y Trabajo Social y la Facultad de Medicina. Muchas de estas obras habían quedado paralizadas por la inflación y porque quienes habían ganado las licitaciones se habían retirado. Sin embargo, se lograron reconducir y se inaugurará un centro de investigación vinculado a Ciencias Exactas y Naturales. También se completaron obras en las facultades Agrarias de Balcarce, y se han inaugurado espacios para Salud y Trabajo Social.

Todo esto fue posible gracias a una gestión austera y al manejo eficiente de los recursos y ahorros de la universidad. Ese es el camino que nosotras vamos a seguir: cuidar los presupuestos públicos, algo que tenemos muy presente por nuestra formación profesional. Hasta que no estemos al frente de la gestión, de ser elegidas, no conocemos en profundidad el estado exacto de las cuentas.



-S.H: Aun así, en esa austeridad, descrita a la perfección como solo alguien con experiencia en economía podría hacerlo, se puede decir que la UNMdP se ubica entre las cinco mejores universidades del país, con reconocimientos internacionales y premios en transparencia Es decir, hoy la universidad combina excelencia académica con un manejo racional del presupuesto, adaptado a la situación actual.




-Y a nivel personal, ¿qué representa para ustedes la Universidad Nacional?

 


-B: Marina te dirá lo que significa para ella, pero para nosotras la universidad ha transformado nuestras vidas.

En lo personal, vengo de una familia de trabajadores de clase media-baja. Ser la hija menor de tres hermanas y hoy candidata a rectora es impensado en otra parte del mundo.

Estoy casada, conocí a mi marido en la universidad; yo comencé como militante universitaria en 1983-1984, formando los primeros centros de estudiantes y la Federación Universitaria Marplatense. En ese proceso conocí a mi esposo.

Tengo dos hijos que también estudiaron en la universidad pública y son profesionales formados allí. Mis hermanas mayores también pudieron estudiar gracias a la universidad pública, mientras que mis padres apenas tenían educación primaria.

Esa experiencia de movilidad social ascendente nos atraviesa, y yo realmente quiero trabajar para que todos puedan acceder a esa oportunidad y transformar sus vidas como lo hizo la nuestra.



-S.H: Yo existo gracias a la universidad. Mis padres se conocieron allí, y yo existo a partir de ese lugar. La universidad está en mi ADN.

Mi abuelo paterno, que era muy pobre y tenía cuatro hermanos y una hermana mayor, también estudió allí. Trabajaba de día junto con su hermana y de noche estudiaba gracias a los libros de la biblioteca de la universidad pública. Mi abuelo se graduó con medalla de oro, sin poder comprarse libros, y luego ayudó a que sus hermanos también estudiaran y se convirtieran en profesionales, como médicos. Mi abuela paterna fue una de las primeras licenciadas en Ciencia Política de Sudamérica.

Mi mamá fue la primera generación universitaria de su familia: su padre era bancario y su madre ama de casa. Ella era maestra, pero luego se convirtió en abogada, pese a las dudas de su padre. Luego vinieron mi tía y nosotros. Tanto por mi familia materna como paterna, la universidad ha marcado nuestros destinos. No quiere decir que todos deban pasar por esto, pero en mi caso, la universidad realmente nos transformó.

Mis padres mantuvieron vida universitaria durante toda su existencia. Por ejemplo, cuando mi mamá estudiaba Derecho, mi papá la acompañaba y colaboraba con docentes y alumnos para abrir las puertas del antiguo tribunal, hoy Facultad de Derecho.

Somos cinco hermanos, todos universitarios. Yo conocí a mi marido durante un viaje que él hizo a la Universidad Nacional de Rosario. La existencia misma de mi familia fue marcada por encuentros en los pasillos de la universidad. Nosotras somos hijas de la universidad pública, vivimos la universidad pública, y en mi caso personal, existo gracias a ella.

 


-¿Por qué la comunidad universitaria debería elegirlas a ustedes?


 
-B: Porque tenemos un modelo de gestión probado. Personalmente, fui ocho años y medio decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, y ese modelo se basa en el diálogo, en incorporar a quienes no piensan igual que vos y en tejer decisiones en conjunto, porque en la universidad las decisiones se construyen colectivamente.

 
-S.H: Conocemos la universidad porque venimos de ella, vivimos toda nuestra vida en ella y sabemos lo que hay que hacer. Básicamente, entendemos la sociedad que se viene y cómo debe adaptarse la universidad a esos cambios.

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