Argentina
Jueves, 28 marzo 2024
NOTA DE TAPA
29 de septiembre de 2020

El horno no está para bollos pero reavivan el fuego

Frente a la difícil situación económica y social, lejos de poner paños fríos, la política incrementa las llamas. La contención de los sectores populares, el enojo de la clase media con las medidas del Gobierno y los efectos negativos de la cuarentena son un combo peligroso

Lejos da dar señales de retirada, la pandemia suma contagios y muertes, y en su devastadora extensión sumerge cada vez más a la economía en el abismo. La inflación, empujada por la emisión a la que se recurre para sostener la asistencia social, desaceleró su andar, pero sigue a una velocidad alta. Las restricciones cada vez mayores para comprar dólares llenan de incertidumbre a los ahorristas, acercan a la quiebra a algunos sectores muy golpeados, como el turismo, y disparan miedosos recuerdos. Las tomas de tierras y una inseguridad acuciante son relámpagos intimidatorios para una sociedad temerosa de lo que vendrá. 

Estas cuestiones hacen que el país haya entrado en la primavera bajo una tormenta perfecta. Y si al combo le faltara algo, desde la política se le tira nafta al fuego, en vez de enfriar la situación. El sayo le cabe tanto al oficialismo como a la oposición. Empiezan a verse tensiones propias de una época electoral todavía lejana, pero de la cual, la política vernácula jamás parece desprenderse. El Gobierno no termina de esclarecer cuál será la salida, falla en algunas comunicaciones claves y, en cambio de procurar calmar ansiedades, suma angustia e incertidumbre. 

En una columna publicada en 7 miradas, el consultor Carlos Fara opinó que “Argentina vive unas semanas a troche y moche que lo complican todo en un circuito de retroalimentación permanente: lo que pasa en la política genera incertidumbre en la economía, que la devuelve con mayores interrogantes sobre la política”. Un resumen de los últimos días, una síntesis sobre la historia reciente del país. 

El horno no está para bollos pero reavivan el fuego

Agregó que ante “un combo complicado (por ejemplo, drenaje de divisas + recesión económica + Alberto parece que se radicaliza por influencia de Cristina + conflicto en la Justicia + toma de tierras + crítica a la meritocracia + decisiones complicadas en política exterior + pico de pandemia), la expresión ‘esto se va a la mierda’ crece exponencialmente, y los rumores de un nuevo corralito y devaluación inminente ganan credibilidad. Esto es lo que está detectando el termómetro de las últimas dos semanas, post rebelión policial”. 

Fara apuntó que “los rumores sin control son peligrosos en climas caldeados. Estas amenazas -que siempre existirán con cualquier gobierno en cualquier lugar del planeta- pierden probabilidad cuando el mando político principal reside en un solo lugar y está consolidado”. En ese sentido, para Alberto Fernández empieza a ser imperioso retomar ciertos controles. 

“Hay gente que está tratando de quebrar la esperanza y la voluntad de la sociedad en un momento de agobio y opresión”, se quejó el diputado Máximo Kirchner en una entrevista radial, y llamó a “dejar de lado la miserabilidad que estamos viendo y sacar a la Argentina adelante”. Pero no escapa a nadie que buena parte de la incertidumbre proviene de las medidas adoptadas por el Gobierno, y en gran número por la desconfianza acerca de quién, verdaderamente, lleva adelante las riendas, si Alberto Fernández o la vicepresidenta. 

Los intendentes, más aún los del oficialismo, desestiman un escenario similar al de 2001, porque “la situación social en los distritos está contenida, hay un colchón importante; si no, esto ya hubiera explotado hace cinco meses”. Aunque algunos advierten el creciente descontento de la clase media. 

“El tema sanitario no deja de ser una preocupación, porque la cantidad de contagiados que tenemos en el Conurbano es mucha. Y la inseguridad, por supuesto que es muy importante, pero eso hay que verlo en el contexto de lo que anunció el Presidente y la inversión que vamos a hacer los municipios. En nuestro caso sacamos un crédito para comprar patrulleros para la Guardia Urbana. Y el tema económico, por supuesto que sí, que preocupa”, reconoció el jefe comunal de Esteban Echeverría, Fernando Gray. 

Aunque pidió más cautela en las declaraciones públicas, Gray descartó un posible estallido. En ese análisis coincidió un alcalde oficialista de la Primera sección, para quien “es lógico que cuando hay un principio de salida de la pandemia afloren todos los problemas, es lo que vemos que pasa con el dólar, por ejemplo. El Gobierno va a tomar medidas que apunten al consumo, con un presupuesto más direccionado, mucho más real, y la obra pública va a ser un dinamizador enorme para el arranque de la economía. La Argentina está en una situación complicada, pero hay una oportunidad”. 

El mismo intendente aseveró que “hay una agenda de los medios y una agenda de la gente. En la de los medios se magnifican los problemas, que están, pero se magnifican. Y hay una agenda del territorio donde el Estado está actuando, y que pasa por el sostenimiento de los programas sociales, la economía social, créditos para las Pymes, el ATP 6; todo eso”. 

En tanto, el opositor Julio Garro alertó que desde los estamentos con responsabilidades públicas “se juega con nafta y con algo que no tiene sentido. Lo único que hace el extremo es seguir angustiando a la gente, y que vea que la dirigencia política no está a la altura de las circunstancias. Muchas veces, la gente puede pensar que, en vez de resolver los problemas, la dirigencia se dedica a seguir rompiendo. Llegó el momento de dar vuelta esa página”. 

En esa línea, el sociólogo Daniel Natapof dijo a La Tecla que “en términos políticos, cuando esto empezó fue ejemplar la coalición momentánea de oficialismo y oposición. La famosa foto de Alberto Fernández con Larreta y Kicillof fue muy alentadora, y generó muchas expectativas en distintos sectores de la sociedad. Ese sentimiento se mantuvo la mayor parte del tiempo, pero a la vez que se extendieron las medidas sanitarias empezaron los resquebrajamientos y a primar posiciones más duras en el oficialismo y la oposición, y eso ha generado cierta desilusión”. 

El horno no está para bollos pero reavivan el fuego

“Se ven pujas de intereses en función de distintas medidas que toma el Gobierno y empiezan a actuar diversos sectores en la defensa de sus intereses, lo que se trasunta en distintas posturas y perspectivas de los medios de comunicación. Hay una tensión en la arena por cuestiones que tienen que ver con intereses concretos, como ocurre en cualquier democracia, pero ocurre en este contexto de agotamiento de la sociedad”, completó el presidente de la Asociación de Sociólogos de Argentina. 

El tema mediático está cada vez más presente en la preocupación del FdT. “La discusión es política, y es un Gobierno que no está cuidado por los medios”, se quejan en Casa Rosada, donde, de todos modos, reconocen que hay mucho desgaste y angustia en la población porque “nadie pensaba que íbamos a llegar a octubre con pandemia”. 

“Vamos a salir adelante con la gestión, no con discursos políticos ni campañas de marketing; eso lo tenemos clarísimo”, contestó a este medio un portavoz nacional, quien, además, minimizó el impacto que provocó en la población la aplicación de un nuevo impuesto a la compra de moneda extranjera, al afirmar que “el tema del dólar preocupa en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe”. Igualmente, a nadie escapa en el Ejecutivo conducido por Alberto Fernández que el clima generado a partir de la medida traemás problemas que soluciones. 

La inflación genera una doble sensación en el oficialismo. Por un lado se acepta que sigue elevada, mientras por el otro se destaca la merma respecto de 2019. “Nadie dice que la inflación no es alta, pero la tuvimos en el 54 %. Bajarla 5 puntos es un milagro, aunque sabemos que hay corrimientos de precios”, señaló a este medio un funcionario con despacho cercano al Presidente. 

Quienes monitorean el pulso del Conurbano aseguran que la escalada de la canasta básica “sigue siendo un problema”, y algunos afirman que, sobre todo el gobierno provincial, no ha enfrentado verdaderos conflictos gremiales, “porque los docentes y los empleados estatales están en la casa; cuando empiecen a salir, esto explota, porque con lo que cobran no llegan hasta el 15 del mes”.

El horno no está para bollos pero reavivan el fuego


Temor por los depósitos
La fiebre verde hace tiritar al Gobierno y enloquece a ahorristas


La medida de aplicar el 35% de carga extra para la compra de dólar ahorro y de consumo de bienes personales encendió todas las alarmas, disparó versiones apocalípticas y viralizó el temor, fundado en desagradables experiencias. Los economistas coinciden en que no hay motivos para instalar un corralito, porque ese dinero está en el anclaje de los bancos. Pero los ahorristas se asustaron y salieron rápidamente a pedir turnos en los bancos para retirar el dinero. “A cualquiera que participa de las redes sociales o tiene grupos de WhatsApp les han llegado mensajes temerarios que dicen que va a haber un corralito”, dijo el jefe de Gabninete, Santiago Cafiero, y desestimó que esto suceda, al sostener que los depósitos en dólares están “garantizados en el Banco Central” y que “el sistema financiero está sólido, no tiene ningún tipo de fragilidad”. “Hay ganas de perturbar aún más a los argentinos que estamos angustiandos, peleándola, tratando de salir adelante con la pandemia y con las cuestiones econó- micas que la pandemia profundizó”, aseveró el funcionario, que el sábado, a través de su cuenta de Twitter, posteó: “Le pido a la oposición que después de que Macri metiera al país en su mayor crisis en 20 años, y estando en medio de la crisis global por la pandemia, deje de hacer política en formato de trolls y noticias falsas”. En el Gobierno admiten que, respecto del dólar, se busca “comprar tiempo hasta que entren los dólares por liquidación de exportaciones o por exportaciones”. La meta es alcanzar los 80 o 90 mil millones de dólares anuales de exportación, “pero eso va a llevar tiempo”, aseveran. Un error que reconocen en la Casa Rosada es que parte de las ayudas brindadas durante la pandemia, como el IFE o el ATP, fueron a la compra de dólares oficiales para luego venderse en el mercado paralelo y así hacer una diferencia en pesos, y que no supieron cortar ese circuito. Acerca del anuncio de la aplicación del 35% de impuesto a la compra de moneda extranjera, la autocrítica es que “faltó pedagogía en la explicación de la medida”, aunque también aparece la queja porque “todos critican pero nadie muestra un camino mejor”.

El horno no está para bollos pero reavivan el fuego


Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría
“Habría que bajar los decibeles porque estamos ante una crisis”


-¿Cómo se parecía desde el municipio la situación social? 
-La situación social está contenida, porque estamos dando una fuerte ayuda y acompañamiento desde el Municipio con apoyo del Gobierno nacional. Indudablemente hay una crisis que afecta no sólo a los sectores más vulnerables, sino también a los sectores medios, que es un hecho inusual en el Conurbano. A eso le estamos poniendo el cuerpo los que estamos en el Conurbano. 
-¿A la clase media se la está atendiendo o todavía hay una situación para contemplar? 
-Nosotros hemos lanzado una plataforma digital para el comercio, y se ha hecho una inversión importante para ver si podemos meter los comercios dentro del iCover, porque, indudablemente, las formas de comercialización y los hábitos van a cambiar. Estamos buscándole la vuelta para acompañar fundamentalmente al comercio y las Pymes.
-Hay quienes comparan la situación con la de 2001. ¿Lo ve igual? 
-No, no lo veo así. En el 2001 había 20.000 programas Trabajar para todo el país, y ahora tenés una Asignación Universal, una Tarjeta Alimentaria, una ayuda del municipio, una jubilación, una pensión, una cooperativa. Tenés tres o cuatro ingresos en un hogar; en el 2001, no había ingreso de nada. 
-En el 2001, la crisis estaba ahí pero explotó por la clase media. 
-Explotó por el corralito. Pero yo, ahora, no la veo, porque todos tenemos en claro que no hay una alternativa a este gobierno. Macri no es una alternativa. Entonces, el sector medio, que es independiente, está bien informado y sabe lo que pasa en el mundo, entiende que esto no se da únicamente acá. -¿Pero discursivamente no habría que echarle menos leña al fuego desde los dos lados de la grieta? -Creo que sí, que habría que bajar un poco los decibeles, porque estamos ante la mayor crisis sanitaria del siglo. Después que pase la crisis va a haber que barajar y dar de nuevo.



Julio Garro, intendente de La Plata
“El gran desafío es ver cómo generamos empleo”


-¿Cómo ve la situación social? 
-Veo un grado importante de incertidumbre, que se suma a lo sanitario. Y hay otra pandemia que hay que ir mirando, que es la económica y social. Eso nos preocupa. Se me viene la imagen del 2 de abril (2013), cuando bajó el agua y encontramos resultados devastadores. 
-¿Se está trabajando para ese día después o la política está atrasada en eso? 
-En la pospandemia, el gran desafío que vamos a tener los gobiernos en general, tanto nacional, provincial como municipales, es ver cómo generamos empleo. Es el desafío más importante que nos vuelvan a mirar para invertir en un momento económico muy complejo, y que las inversiones públicas y privadas generen empleo. No tengo dudas de que van a quedar muchas necesidades, pero se acomodan con el empleo. Y algo parecido pasa con la educación. Nos vamos a tener que concentrar en esas dos cosas: generar empleo y recuperar el tiempo perdido en educación. 
-¿No habría que bajar un poco los decibeles desde la política? Porque se sigue fogoneando la grieta. 
-No sólo lo creo, estoy convencido de que eso debe pasar. No hay escenario posible a cada lado de los extremos. Está demostrado que la grieta nos hizo muy mal, y no soy de los que consideran que hay que profundizarla, sino todo lo contrario. Todos los extremos son malos, y para sacar el país adelante vamos a tener que dejar de lado esta ridiculez. En este momento difícil de la sociedad, con angustia, incertidumbre, problemas económicos, la política se tiene que poner por encima y cerrar el capítulo de la división, que no nos hizo bien. 
-¿Puede haber un 2001 o estamos lejos de eso? 
-No creo que pueda haber un 2001; no me gusta hacer futurología en ese sentido. Sí es cierto que nos vamos a enfrentar a una situación social y económica muy delicada y compleja, donde el Estado va a tener que hacer un esfuerzo muy grande y vamos a necesitar el apoyo y acompañamiento del sector privado. No veo el 2001, pero sí una situación económica y social muy debilitada, que nos va a tener que mantener atentos para estar cerca de los problemas.

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En clave 2021
La especulación electoral


El hartazgo social hace que muchos políticos comiencen a temer por el regreso de una proclama que los deja mal parados. La crisis del 2001 explotó desde la clase media por el corralito y se alimentó de la desesperación de los más vulnerables, pero tuvo una consigna común: “Que se vayan todos”. “No estamos muy lejos del ‘que se vayan todos’, y en ese contexto, unos de los que pueden salir beneficiados son los intendentes, porque les van a tener que dejar reelegir una vez más para mantener el territorio, si no se va todo a la mierda”, analizó un operador del peronismo del Conurbano sur. Esa puja por la desobediencia a la ley que limita las reelecciones y deja a muchos afuera de la contienda de 2023, también se cuela en este contexto. Agregó: “Tiene que haber señales concretas de recuperación económica y un alivio para la gente. ¿Cómo vamos a salir a hacer campaña electoral en un contexto como este?”. Los intendentes del PJ acompañan al Gobierno, pero, por lo bajo, comienzan a reclamar un vuelco en la economía, “porque si no, el año que viene, con este clima no se puede ir a una elección, porque te comés una paliza”. Una fuente cercana a Olivos, en cambio, se mostró menos preocupada y dijo a este medio: “Estamos más ordenados para la elección del año que viene que la oposición. Si Macri va a diputado, ¿quién va a creer que lo eligió Larreta? Nadie. Y si no va, ¿quién va a creer que lo bochó Larreta? Nadie. El jefe sigue siendo Macri, entonces, el problema para el año que viene lo tienen más enfrente que nosotros. Ellos saben que tienen que endurecer su nicho; nosotros estamos todos adentro, y vamos a seguir así”.



Daniel Natapof, Sociólogo
“La gente está esperando un marco de estabilidad social y económica”


“Estamos en una situación sin antecedentes. El encierro pone entre paréntesis nuestro modo de vida laboral, social, cultural y familiar, y eso, en términos generales, despierta sentimientos de incertidumbre y temor; su-mados a la angustia por nuestros mayores, las dudas por la capacidad de la respuesta sanitaria en caso de incrementarse los casos, la incertidumbre sobre un futuro incierto porque desconocemos el fin de esta historia”, contextualizó Daniel Natapof, presidente de la Asociación de Sociólogos de Argentina. “A eso se agrega la angustia que se genera en función de la situación económica y laboral, agudizada por una nivel de difusión de noticias, vía medios de comunicación y, también hoy, por las redes sociales. Todo esto im-pacta individualmente, pero se termina transformando en un fenómeno masivo”, agregó el especialista. Para Natapof, “lenta pero indefectiblemente, mes a mes, empieza a ascender la angustia por lo económico-laboral. Si bien hay un despliegue único de asistencia del Estado, es imposible que el Estado reemplace a la economía de mercado en un sistema capitalista; entonces, lo que se aporta tiene un impacto limitado. Ni hablar del costo de vida para sectores populares en zonas como la Patagonia”. Añadió que “el agravamiento de la situación económica, que en parte es heredada, se exacerba por la situación de la pandemia, y la gente espera un plan de salida, un plan de empleo, un plan productivo, un plan económico. Claramente, la gente está esperando un marco de estabilidad social y económica. Lo necesita desde el punto de vista emocional y, sobre todo, para visualizar la salida de esto, que es una manera de atenuar un poco estas tensiones que hay”. El sociólogo concluyó: “Hoy prima la cuestión financiera, que es una realidad que afecta a un sector de la población, pero hay un enorme sector para el que esas noticias que hoy están en primera plana no forman parte de su cotidianidad. Hoy, una enorme población está pendiente de su trabajo y del plato de comida arriba de la mesa. A esto se suma el tema del hábitat y de la tierra. Son cuestiones que hacen a la supervivencia más inmediata. Esos sectores necesitan ver un plan de salida que enumere cuestiones concretas que hacen a su vida diaria”.


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Relación tensa
Los climas que se generan y el enojo con los medios


En las últimas semanas se vio a un Alberto Fernández más irascible ante las críticas y con cuestionamientos sobre publicaciones y comentarios. En esa guerra dialéctica, el Presidente les dio motivos a quienes dicen que su estilo se acerca cada vez más al de Cristina. En el entorno del mandatario niegan que esto sea así y dicen que hay un trato igualitario con todos, pero también pasan facturas. “El punto de quiebre fue el día que se renegoció la deuda, que fue para la Argentina el mejor anuncio en décadas, porque ahorraba casi 40.000 millones de dólares en el momento, y la tapa de los diarios de la Capital fue una bomba en El Líbano”, se quejó ante La Tecla un vocero de la Casa Rosada. “Entre otras cosas, el Presidente anunció que empezamos a fabricar el tercer satélite argentino, hay ocho países en el mundo que fabrican satélites nada más, y eso no sale en ningún lado. La agenda es siempre la mierda”, agregó. “Está muy complicada la mano, de siete canales hay cinco en contra nuestra; sacando Crónica y C5N, los demás te cagan a trompadas. Estamos muy mal con los medios que generan climas todos los días”, analizó el responsable de prensa de un municipio K. “Cristina hacía las cadenas nacionales porque, si no, no salía nada en ningún lado”, completó. “Ya se entró en una lógica del periodismo de guerra y el Gobierno entró en la lógica de Cristina”, comentó un vocero conocedor del juego y de sus consecuencias. En rigor, en la Rosada se eleva el nivel de enojo con el mensajero cuando las cosas no salen de la manera esperada, y defienden las expresiones del Presidente con una chicana a la oposición: “Nuestras discusiones son públicas, no es que estamos mandando a la AFIP a investigar a nadie, o a la AFI que espíe a los políticos nuestros, o a los familiares de las víctimas”. De todos modos, también hay un reconocimiento puertas adentro de errores de comunicación en el anuncio de medidas importantes, como, por ejemplo, el modo en que explicó el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, el endurecimiento del cepo.



Marchas
El terreno peligroso al que la guerra, todavía no llegó


La calle empieza a tomar relevancia, y es donde la grieta puede llegar a exponerse en su más cruda y violenta expresión. Mientras la oposición, a veces invita y otras veces hace la vista gorda ante las distintas manifestaciones en contra de quienes conducen el país, Alberto Fernández ha desestimado marchas oficialistas. Lo último fue pedirle a la CGT que no movilice el 17 de octubre, y que los festejos sean vía streaming. “Si pudiera movilizar, el PJ te pone dos millones de tipos en la calle y se dejan de joder con las marchitas estas contra el Gobierno, que, además, fomentan desde algunos gremios”, se quejó ante La Tecla un militante del Conurbano profundo. Algunas organizaciones estuvieron a punto de responder a las manifestaciones opositoras con contramarchas, que en algunos casos estaban pensadas para hacerse frente a los domicilios de los dirigentes más duros de la oposición, como, por ejemplo, Patricia Bullrich. Esas movidas fueron truncadas desde las altas esferas del oficialismo, pero ya hubo dirigentes opositores “avisados” de que si seguían promoviendo acciones contra el oficialismo, esos escraches se efectivizarían. Las marchas producidas hasta ahora, en su mayoría, tuvieron que ver con la intromisión de la política en el funcionamiento de la Justicia; un terreno en el que el Gobierno se metió en el peor momento, a expensas de Cristina Fernández y sus intereses. Lo que suceda con la Justicia y el alcance de los cambios que se proponen desde la política será clave para nivelar un termómetro social que opera en función de una compleja disyuntiva: el accionar del Poder Judicial es muy cuestionado, pero más lo es la intervención política en esa estructura.



 

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