17 de diciembre de 2025
HISTORIAL POLEMICO
Vetar o gobernar: cuando los gobernadores le pusieron el freno a la Legislatura
Kicillof recortó artículos del Presupuesto 2026 y Solá, en 2005, anuló todo el proyecto en una jugada de alto voltaje político. Las decisiones polémicas de los otros gobernadores

El veto volvió a ocupar un lugar central en la política bonaerense y, una vez más, tuvo al Presupuesto como escenario principal. Axel Kicillof vetó parcialmente la Ley de Presupuesto 2026, mientras que Felipe Solá, durante su mandato, llegó mucho más lejos: vetó de manera total el Presupuesto 2005, en una decisión que marcó un punto de quiebre en su relación con la Legislatura y con el propio peronismo provincial.
En el caso actual, Kicillof promulgó la Ley 15.557 pero observó artículos clave, entre ellos el 94 y los artículos 14, 15, 16 y 17. El foco estuvo puesto en el artículo 94, que incorporaba el mecanismo de “silencio positivo” en los procedimientos de contratación del Estado. Según el decreto 2944/2025, esa disposición limitaba los principios de publicidad y transparencia y no resultaba compatible con el régimen ordinario de Obras Públicas, ya que el silencio positivo es propio de normativas de excepción vinculadas a situaciones de emergencia.
En los fundamentos del veto parcial, el Gobernador sostuvo que la incorporación de ese mecanismo podía generar confusión administrativa y afectar los intereses del fisco, al desnaturalizar el control previo de los organismos de asesoramiento y control. Además, remarcó que la administración provincial se rige por el principio de silencio negativo, por lo que la norma sancionada por la Legislatura colisionaba con el régimen administrativo vigente.
El uso del veto no es una novedad en la historia reciente de la Provincia. Durante su gestión, María Eugenia Vidal recurrió a esa herramienta en varias oportunidades, aunque no sobre el Presupuesto. En enero de 2017 vetó una modificación a la Ley de Nocturnidad que habilitaba el ingreso conjunto de menores y mayores a boliches en distritos pequeños, alegando razones de seguridad. Meses después, vetó la prórroga de la expropiación de la cooperativa Cintoplom, decisión que se apoyó en un fallo de la Suprema Corte bonaerense y que abrió un conflicto con el movimiento de fábricas recuperadas.
Ese no fue un hecho aislado: Vidal también vetó las expropiaciones de la Cooperativa de Precisión Limitada (ex Rench), de la metalúrgica Raimat y de la fábrica Petinari, todas aprobadas por unanimidad en la Legislatura. En cada caso, el argumento central fue la defensa del derecho de propiedad y el impacto fiscal para la Provincia.
Antes, Daniel Scioli había utilizado el veto total para frenar una ley que modificaba el escalafón del Servicio Penitenciario Bonaerense, lo que implicaba mejoras salariales para unos 10 mil trabajadores. El Ejecutivo justificó la decisión en la falta de recursos financieros y en la ambigüedad del proyecto, aunque la medida desató fuertes críticas legislativas y anuló una negociación política que había involucrado al oficialismo y a la oposición.
El antecedente más fuerte sigue siendo el de Felipe Solá. En enero de 2005 vetó completamente el Presupuesto provincial aprobado por la Legislatura, en rechazo a la quita de facultades extraordinarias para reasignar partidas en un contexto todavía atravesado por la poscrisis de 2001. Solá defendió la decisión como un acto de autoridad política y llegó a afirmar que no estaba dispuesto a convertirse en un “gobernador títere” de la Legislatura. El veto total derivó en la prórroga del presupuesto anterior y profundizó la interna del PJ bonaerense.
Así, con estilos y contextos distintos, los últimos gobernadores bonaerenses dejaron su marca a través del veto: desde la poda quirúrgica de artículos sensibles hasta el rechazo completo de la ley de leyes, una herramienta extrema que expone, cada vez, el pulso real del poder entre el Ejecutivo y la Legislatura.