A la par de la discusión sobre el desdoblamiento, con el año electoral en curso y las cabezas de listas confirmadas, el otro interrogante que ingresó en conversaciones y cenas de dirigentes oficialistas es el debate sobre los compañeros de las fórmulas. No hay confirmación cabal de que sean los que están, tampoco hay desmentidas.
La discusión abierta, generada por las cúpulas de Cambiemos, alimenta las dudas. La posibilidad de que Gabriela Michetti vuelva a tener una chance choca de plano contra la pretensión que la UCR hizo pública días atrás al reclamar una fórmula federal.
En la Provincia, las controversias políticas escalaron con una declaración de María Eugenia Vidal que despertó una fuerte reacción en los militantes boina blanca. “El vicegobernador es parte de un mapa o tablero nacional. Hay que ver cómo cierran Córdoba, Santa Fe, Mendoza y el resto del mapa. Hay buenos candidatos aunque él [Daniel Salvador] ha sido un gran vice”, dijo la mandataria y le puso leña al fuego.
Si desde distintos sectores del radicalismo reclamaron en los últimos años más injerencia en la toma de decisiones y hasta la conformación de una mesa de la alianza provincial, la declaración de Vidal no hizo más que exasperar los ánimos de varios.
Fuentes partidarias confirmaron a La Tecla que los alcaldes se reunirán a fin de mes para apoyar públicamente a Salvador como candidato. Será también un mensaje de demostración de fuerza. La reunión será en un distrito que no gobierna el partido centenario. Otra señal de que pueden dar batalla por más territorios.
La discusión responde a una pregunta que un dirigente con varias elecciones a cuestas deslizó a este medio: “¿Cómo se le explica al radicalismo, que gobierna cuarenta intendencias en el interior, que no puede poner al vice?”
Lo cierto es que tras la declaración de Vidal, distintos sectores del PRO empezaron a esparcir nombres. Sonaron Jorge Macri, intendente de Vicente López y armador en la Provincia, y Cristián Ritondo, el primer candidato a vicegobernador que había elegido Vidal en 2015.
Incluso, también rodó por lo bajo el nombre de Gustavo Posse, intendente de San Isidro, cuyo sector amagó con disputar la conducción de la UCR provincial en 2018. Sin embargo, desde su círculo íntimo negaron interés alguno.
“Cada gobernador elige a su compañero. Tiene que ser una persona de su confianza”, esgrimieron a este medio desde el PRO.
Aun cuando las declaraciones de la mandataria bonaerense encendieron la alerta, en el macrismo/vidalismo entienden que finalmente el lugar le será respetado a la UCR. Pero no a cambio de nada. La discusión le servirá al PRO para pelear vices en otras provincias, en las que el partido amarillo carece de una construcción sólida.
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“El binomio debe representar no sólo a la Capital Federal y a un solo partido político, sino que debería tener una representación más federal que aporte al Gobierno una visión desde el interior del país", afirmó días atrás Alfredo Cor-nejo, titular de la UCR nacional.
El pedido de negociar la compañía de la papeleta nacional también provino desde los municipios bonaerenses.
En ese sentido, el mandamás de San Isidro, Gustavo Posse, consideró que los candidatos de la fórmula “deben estar equilibrados partidariamente” y que siempre se debe seguir “el criterio de los mejores” y no los que sean “más cómodos”.
“La UCR ha tenido una actitud de apoyo a todos los gobiernos de Cambiemos. Es importante llevar una construcción equilibrada”, afirmó Posse a este medio.
La exigencia boina blanca, sin embargo, no tuvo eco. Según pudo saber La Tecla, el PRO ni siquiera trató la cuestión en las mesas partidarias. Y, es más, el espacio ha optado por desestimar el planteo. “Naturalmente será alguien del propio espacio”, confió una fuente.
En la discusión por la vice nacional aparece como condimento esencial la sintonía con el jefe de Estado. Otro indicador es que Macri siempre ha inclinado por una vice desde el 2007. Ahora, desde su gabinete surgen los nombres de Carolina Stanley y Patricia Bullrich. De todas formas, el partido que nació en la Ciudad de Buenos Aires lleva un mensaje políticamente correcto: no es momento de discutir candidaturas. |
