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Argentina
5 de abril de 2015
FILOSOFíA Y POLíTICA

La historia sin fin del bipartidismo

Pensar el mapa político argentino a través de la lógica bipartidista supone caracterizar los espacios y las disputas de poder en el escenario actual. Revisar el pasado y vislumbrar el futuro

La historia sin fin del bipartidismo
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El escenario donde transcurre la política argentina asiste a las transformaciones características de una previa electoral candente. En ese reacomodamiento de fuerzas, el bipartidismo es difícil de visibilizar, si es que en algún momento existió como
tal.

La alianza de la Unión Cívica Radical (UCR) con el PRO y la presencia de peronistas tanto en el Frente para la Victoria como en el Frente Renovador, son algunas de las cuestiones que diseñan un mapa de situación con diversas lecturas posibles.

En este sentido, La Tecla dialogó con pensadores de la realidad sociopolítica argentina, quienes aportaron su lente para observar y analizar el panorama desde distintos ángulos.

“En la Argentina es difícil tomar la forma del bipartidismo, salvo en algún momento la UCR- PJ; pero siempre fue al interior de frentes más amplios”, señala el filósofo Ricaro Forster, y explica: “Me parece que Argentina no es el modelo tradicional del bipartidismo; acá no están la derecha y la izquierda tradicionales, como en países europeos o en algunos países de América Latina”.

El secretario del Pensamiento Nacional argumenta que “la política argentina es una estructura más compleja, con todo lo que implica la impronta más movimientista del propio peronismo. Relativamente, en los primeros veinte años de la transición democrática hubo una suerte de juego bipolar entre peronismo y radicalismo. Pero no es fácil encontrar ese concepto de manual del bipartidismo en el país”.

Por su parte, el escritor Jorge Asís habla de un “bipartidismo en trazo grueso, disperso o fragmentario”, donde las distintas partes o fragmentos vienen del peronismo o del radicalismo; por lo cual se asiste al desgaste simultáneo de dos culturas políticas, dos identidades de centro. “Esta situación se da por la falta de liderazgo”, afirma Asís.

El sociólogo Vicente Palermo también sostiene que “el bipartidismo existió objetivamente durante períodos bastante prolongados en la Argentina, pero ahora es muy dudoso, porque el panorama está cada vez más fragmentado”. A esto Palermo lo vincula a un fenómeno que llama “territorialización de la política”, de los partidos que se afincaron fuertemente en las unidades partidarias de los distritos; ni qué hablar en el caso del peronismo y el radicalismo.

Algo similar define el politólogo José Natanson, quien dice que “Argentina tuvo durante años un sistema de bipartidismo perfecto. Había dos grandes partidos, el peronismo y el radicalismo, y terceras fuerzas circunstanciales (UCD, PI, Frepaso,
etcétera)”.

Añade : “Me parece que eso estalló en la crisis del 2001, cuando estalló el costado no peronista del sistema de partidos. El peronismo, más o menos, con problemas, se mantuvo en pie. El costado no peronista, que siempre había hegemonizado el radicalismo, estalló”.

Asimismo, en cuanto a la posibilidad de que se produzca una oposición binaria entre el Frente para la Victoria y el PRO en las elecciones de octubre, el escritor destaca que “el bipartidismo no quiere decir polarización, sino que técnicamente refiere a un sistema integrado básicamente por dos sistemas políticos”.

De todos modos, Forster piensa que “es más fácil definirlo en función de estructuras ideológico-políticas que en función de estructuras políticas estables y organizacionales”.

De esta forma, incluso como una expresión de deseo, el pensador K delinea que “quizás uno podría decir que de cara a las elecciones de octubre, el FpV represente a los sectores progresistas, de tradición nacional-popular, y que la opción del massismo y del macrismo represente del centro hacia la derecha”.

Forster explica que “podríamos hablar de una cuestión relativamente vinculada a un imaginario de bipartidismo”, y aclara: “No es estrictamente eso. Los partidos en Argentina fueron mutando y entraron en una crisis muy profunda de representación, como estructuras débiles, alianzas y frentes. Entonces yo no iría por el lado del bipartidismo exactamente hablando”.

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