Política Provincial
13 de junio de 2013
CIERRE DE ALIANZAS
¿Bipartidismo? Así es imposible
El cierre de alianzas dejó en claro que los personalismos siguen primando sobre las estructuras y los proyectos. Lo que haga Massa incide en todos, pero tampoco sirvió para unir al PJ disidente. El Gobierno por ahora festeja
Por Hernán Sánchez
Algunos en la Argentina añoran los tiempos del bipartidismo, y muchos albergan la ilusión de acomodar más pronto que tarde este desaguisado del presente, donde sobran personalismos y faltan fuerzas políticas fuertes, perennes, que antepongan el proyecto programático al proyecto del personaje de moda.
Mal que mal, el Frente para la Victoria, con base en el sello del histórico Partido Justicialista, es lo que más se acerca a ese ideal, aunque le caben las generales en cuanto a la cuestión de anteponer la figura (en este caso la Presidenta) al propio proyecto. La muestra está en las dificultades que tiene para encontrar un candidato capaz de seducir sin riesgos al heterogéneo electorado bonaerense.
En silencio, los apoderados del FpV se acercaron a la Justicia Electoral muchas horas antes de la hora tope para el cierre de las alianzas, y presentaron con el ya tradicional sello una unión de más de treinta partidos, cifra no alcanzada por ninguna otra fuerza. Después, en la intimidad de Olivos y de los domicilios de los pingüinos de paladar negro, habrán celebrado el desbande que sobre la medianoche protagonizaron los varios sectores identificados como peronistas disidentes.
Hay tanta disidencia que terminan siendo disidentes entre ellos, y las promesas de una unidad fuerte para enfrentar al “modelo acabado” (como se encargan de denominar al kirchnerismo) terminó en un abanico de opciones desperdigadas, que si no se acomoda un poco en los diez días que faltan para el cierre de listas sólo contribuirá a facilitar la victoria del oficialismo.
Por fuera del FpV es, sin dudas, Sergio Massa quien sigue tomando la sartén por el mango, y quien con su decisión final de jugar o no se ha convertido en el actor trascendente del proceso electoral, porque haga lo que haga inclinará la balanza hacia uno u otro lado.
Massa anotó su Frente Renovador y persiste en la incertidumbre de si será él quien encabece la lista de diputados nacionales. En esta manía de anteponer los personalismos, el intendente de Tigre es su figura más allá de la estructura donde intenta sostenerla; y las encuestas dicen que mide más que ninguno de los otros posibles postulantes. Con eso juega, coquetea, e inquieta tanto al resto de la oposición como al oficialismo.
Si el ex Jefe de Gabinete de Cristina Fernández se pone al frente de la nómina, es una mala noticia para el Frente para la Victoria, que podría morder el polvo de una derrota inesperada hace apenas un par de meses. En cambio, si Massa permanece en la cómoda intendencia de Tigre, y sólo apadrina la lista del Frente Renovador, será la mejor noticia para Olivos y el mundo K.
Aun cuando el Frente Renovador pueda presentar una lista potable, quizá con Malena Galmarini de Massa, Felipe Solá o el mismísimo intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, no será lo mismo si falta el hombre por el que preguntan las encuestadoras y sobre el cual contesta la opinión pública.
En cambio, para Francisco De Narváez y su Frente Unidos por la Libertad y el Trabajo, ya nada es lo mismo desde que apareció en escena el Frente Renovador por fuera del Frente para la Victoria. Sabe el diputado nacional que parte de sus votos entran en disputa con el massismo. De todos modos, De Narváez parece no haber hecho todos los esfuerzos (pese a sus constantes declaraciones en contrario) para evitar la diáspora del peronismo disidente, y cerró filas sólo con Hugo Moyano y la agrupación sciolista La Juan Domingo.
No fue una buena noche para Daniel Scioli pese a que su optimismo y el de su entorno simulará indiferencia acerca de cómo terminaron por consolidarse las alianzas. Todavía el Gobernador alberga la esperanza de que lo necesiten en el Frente para la Victoria, y terminen por cederle los lugares que pedirá en las nóminas distritales.
Sin poder convencer a De Narváez para que les cediera más lugares en las tiras seccionales, el macrismo terminó en un frente flaco, que tampoco parece convenirle demasiado al eventual aliado Gustavo Posse, quien desechó el frente del filoradicalismo con la esperanza de ser parte de una mejor nutrida alianza de centroderecha.
Boyó hasta última hora el FE de Gerónimo Venegas donde, entre otros, revista el ex denarvaísta Alfredo Meckievi. Intentó con Massa, intentó con De Narváez, pero en ninguno de los dos casos tuvo suerte. Pero el hombre tiene palabra y no dejó en banda a quienes comenzaron a seguirlo.
Demasiadas expresiones de peronismo disidente diseminadas en la constelación electoral. Las palabras se las llevó la brisa suave, húmeda y pesada que acompañó a los apoderados partidarios a presentar los papeles, y aquellas promesas de “unidos en contra del modelo” volaron como hojas secas. Volvieron a primar los personalismos. Cristina agradecida, y mucho más agradecida estará si Massa sólo juega a ser padrino.
Del otro lado, la diáspora del peronismo opositor, alegra en el Frente Progresista Cívico y Social, donde después de muchos años consiguieron confluir varios partidos cuyo ADN es el mismo, pero desde hace tiempo no lograban congeniar. La alianza entre la UCR, el GEN, el Partido Socialista, la Coalición Cívica y Libres del Sur se asemeja a aquella idea de soñadores del bipartidismo. Pero este filoradicalismo tiene como deuda primera conservar ese acuerdo y no dinamitarlo en mil pedazos ante la primera adversidad. De eso les sobra experiencia, de permanecer juntos les faltan antecedentes.