Los hijos del poder
En una entrevista con La Tecla, la periodista Adriana Balaguer detalla secretos de la biografía que escribió sobre los herederos de políticos, deportistas y empresarios. Los pro y los contra de tener en Argentina un padre o una madre con peso propio
Los hijos del poder. Los herederos de la política y los negocios, de editorial Aguilar, ya está en las librerías. Su autora, Adriana Balaguer, se interesó en saber cómo llevan la marca de sus padres aquellas personas que heredaron un apellido influyente en Argentina.
A través de diez casos, el texto reconstruye las historias de vida de Máximo y Florencia Kirchner, Matías Garfunkel, Claudia Rucci, Ricardo Alfonsín, Pablo Moyano, Tomás Costantini, los hijos de Eduardo Duhalde, Dalma Maradona, Antonio y Fernando “Aíto” de la Rúa y Carlos Nair Menem.
La obra conjuga anécdotas y detalles íntimos y poco conocidos que Balaguer pudo reconstruir a partir de cincuenta entrevistas, tanto a los protagonistas como a personas del entorno ellos.
-¿Cómo surge la idea de escribir este libro?
-El protagonismo que estaban teniendo algunos hijos de poderosos en la Argentina, a pesar de no ser muy conocidos, me llevó a indagar en sus vidas, en sus aspiraciones y en la forma que llevaban la herencia del apellido.
-¿De qué trata?
-Son biografías personales de hijos de poderosos. De los hijos Kirchner hasta Pablo Moyano, pasando por hijos de ex presidentes, como Duhalde, De la Rúa, Menem, Alfonsín. Y como el poder en la Argentina no es sólo político, también están los hijos de dos empresarios, como Matías Garfunkel y Tomás Costantini; además de Dalma Maradona, hija de un ícono del deporte. No sólo me meto con ellos, también indago en el vínculo que tienen con sus padres y con la sociedad que los vio crecer y los juzgó de antemano por ser los hijos de... El libro es, además, una mirada sobre una generación que va tomando las riendas del poder en Argentina.
-¿Cómo y por qué fue la selección de los hijos?
-Busqué hijos de personalidades representativas del poder en el país. La búsqueda incluyó a muchos otros, como Sonia Cavallo, el hijo del Che Guevara, Julio Grondona (h), por citar sólo algunos. Pero, más allá de lo que imaginé, no quisieron hablar, ni de ellos ni de sus padres.
-¿Creés que son personas privilegiadas o que cargan con una mochila por ser “hijos de”?
-Está claro que no son indigentes, que tienen resuelta una situación que va mucho más allá de tener la heladera llena; sin embargo te diría que no necesariamente todos ellos son privilegiados por el simple hecho de portar un apellido reconocido públicamente. De hecho, Nair Menem, quien luchó por portar un apellido que en en nuestro país hasta es sinónimo de mufa, hoy vive en soledad y lejos de su padre, que sólo se le acercó cuando la popularidad de Gran Hermano lo había convertido en alguien mediático. Creo que él es una vícitma clara del poder, y, obviamente, ser un Menem es su gran mochila.
-¿Cuáles de ellos reniegan de la actividad de sus padres y cuáles no?
-Salvo Pablo Moyano, Matías Garfunkel y Claudia Rucci, te diría que al resto le hubiera gustado tener un padre menos público y más privado. Incluso algunos, como Tomás Costantini, sufren el hecho de tener un modelo de padre tan “perfecto” y difícil de superar.
-¿En qué se parecen a sus padres?
-Con excepción de las chicas Duhalde, a todos “los hijos de” les gusta la mirada pública, el alto perfil.
-¿Con qué dificultades te encontraste al escribir el libro?
-Con que muchos preferían no hablar de sus padres, entre otras cosas, para no decir algo que pudiera molestarlos. Y porque a los que les interesa el poder, la intriga sobre quiénes son realmente les da un áurea especial, los hace ver como Maquiavelos, que no son.
-¿Pudiste hablar con todos los protagonistas? ¿Cuál fue el más difícil de abordar?
-No pude hablar con todos, pero sí con la mayoría. Sin duda, con los Kirchner fue más difícil que con ningún otro. En este caso, está claro, tuve que redoblar la investigación para poder perfilar quiénes son y cómo han llevado esto de ser hijos del intendente, primero; del gobernador y la senadora, después; para terminar siendo los únicos argentinos que han tenido un padre y una madre presidentes de la Nación.
-¿De qué manera lo trabajaste y durante cuánto tiempo?
-Hay una investigación importante de archivo, no sólo para aportar datos a las biografías, también porque estas vidas atraviesan la historia reciente de la Argentina y me interesaba saber dónde había estado cada uno de ellos en determinados momentos clave del país. También hay muchas entrevistas a protagonistas y personas de su entorno. Evité hablar con los padres; me interesaba la mirada de sus hijos, no de ellos. Estuve trabajando durante más de un año; realicé más de cincuenta entrevistas.
-¿Qué te impactó en este tiempo de investigación?
-Descubrir que les pesan las generales de la ley; que, salvo por la impunidad que puede tener en nuestro país cualquiera por el simple hecho de ser amigo del amigo del juez -imaginate por ser el hijo de...-, por todo lo demás también tienen por delante una búsqueda personal que va más allá de quiénes son sus padres. Incluso tienen más que demostrar públicamente que cualquier hijo de vecino, porque todos les hemos transferido las virtudes de sus padres y, sobre todo, sus defectos.