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Miércoles, 30 abril 2025
Argentina
2 de marzo de 2011
FRENO A VARGAS LLOSA

Intolerancia, asedio y un poco de censura K

La actitud de militantes K de buscar impedir la inauguración de la Feria del Libro por parte del Premio Nobel Mario Vargas Llosa, marca el alto nivel de intolerancia que reina en las filas del gobierno hacia toda opinión discordante con el discurso oficial. Por qué la intolerancia y la política “patoteril” pueden hacer tambalear el proyecto kirchnerista de mantenerse en el poder hasta el 2015

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"Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza". Antonio Machado (1875-1939)

Fiel a su costumbre de no ver lo que pasa más allá de lo que sucede a su alrededor, el gobierno nacional se sigue embarcando en una complicada jugada política que puede salirle muy mal y terminar de la peor manera para el proyecto político iniciado en mayo del 2003.

Los sabios en cuestiones políticas suelen manifestar que cuando en el medio de una confrontación de ideas se entra en el terreno de la intolerancia y la censura, es porque no se tiene razón o porque sus argumentos son tan endebles, que se requiere acudir a acciones extremas para tratar de persuadir a las personas que no se puede convencer a través de las palabras y los proyectos.

Todo este accionar, pudo verse en las últimas horas con la actitud casi infantil de un grupo de intelectuales kirchneristas de buscar impedir que el Premio Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa, sea el que inaugure la Feria del Libro 2011, en lo que marcará la primera vez que un escritor que recibe la más alta consideración abra tan significativo encuentro de las letras argentinas.

El director de la Biblioteca Nacional y fundador de Carta Abierta, Horacio González, uno de los máximos referentes de la intelectualidad K, aseguró que Vargas Llosa “viene a sentar posiciones políticas que son agresivas. Me gustaría que en la inauguración de la Feria del Libro no estuviera presente. Su liberalismo lo expresa de una manera tajante y hasta diría que, si me permite la paradoja, autoritaria también”, aseguró el funcionario, mostrando una veta autoritaria que pocos le conocían.

Rápida de reflejo, la propia presidenta Cristina Fernández fue quien ha salido a decir que esta actitud de querer censurar la palabra de aquel que piensa distinto, es una acción que no debe darse en la Argentina democrática de hoy, y obligó al funcionario nacional a pedir disculpas públicas por sus palabras agresivas.

El nivel de intolerancia que reina dentro del ambiente político kirchnerista es tan grande, que hace que se cometa estos papelones internacionales, que dejan mal parado no sólo al gobierno nacional, sino también a la sociedad argentina en su conjunto, mostrando un grado de sectarismo y fanatismo difícil de sortear en el corto plazo.

Se esperaba que las grandes enseñanzas que le habían dejado las urnas en las elecciones legislativas del 2009 a las huestes oficiales hicieran reflexionar a sus principales dirigentes, pero la realidad parece indicar que en vez de repensar sus actos, muchos hombres ligados al oficialismo no han hecho más que seguir profundizando sus políticas de querer llevarse al mundo por delante, cueste lo que cueste, y caiga a quien le caiga.

Son ya por demás inocultables para los deseos oficiales, los pedidos urgentes que reclama la sociedad argentina para la clase dirigente y aquellos que tienen la posibilidad de conducir los destinos de nuestro país, y es que se advierta que de esta manera cargada de agresividad y de confrontación constante no se puede seguir, sino que el cambio que se debe hacer en el funcionamiento es urgente, porque sino la crisis social estaría a punto de convertirse en realidad.

Las actitudes patoteriles y de agresividad hacia todos aquellos que piensan diferente al kirchnerismo que vienen mostrando sus mentes más “pensantes”, no hace más que mostrar la falta de criterio que reina dentro del oficialismo, o más precisamente, dentro de lo que se ha dado en denominar el “cristinismo”, que son aquellas personas que no vienen del peronismo y que desde su ligazón transversal y progresista, se han convertido en más papistas que el Papa.

La joven democracia argentina se enaltecía en señalar que uno de sus orgullos era la libertad que tenían todos los ciudadanos, oficialistas ú opositores, de decir lo que pensaban sin tener que sufrir censura o manifestaciones en su contra, pero la obcecación con la que los cristinistas defienden a la Jefa de Estado, los lleva a mostrar su faceta más autoritaria y represiva hacia los libres pensantes del país y el mundo, tal como ocurre con la intención de acallar la voz de Vargas Llosa.

Nuevamente, como suele suceder en nuestro país en muchos otros ámbitos más allá de la política, la necedad de creerse superpoderosos ciega a los dirigentes políticos, que no ven que la sociedad está cansada de estos hábitos y que no quieren más este tipo de actitudes que lo único que hacen es denigrar a la política en la Argentina y volverla aún más en contra de la gente, que cada día se encuentra más alejada de sus dirigentes.

Es cuestión de que la clase política vea lo que sucede a su alrededor y deje de pregonar viejas prácticas denostadas por la población, y se ponga a trabajar seriamente en la necesidad de contar con un país más serio. La Argentina merece un cambio de actitud, sino la salida para el descalabro moral, económico, social y político que vive el país, será cada vez más grande y por lo tanto, complicado de sortear.

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