La Tecla
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La hepatitis es una enfermedad que afecta el hígado, el cual pierde su capacidad de funcionar, se produce una necrosis masiva del tejido y, en los casos más severos, la única alternativa de tratamiento es el trasplante. Si este no se concreta a tiempo, hasta un 40% de los pacientes puede morir.
En ese marco, un grupo de científicos argentinos hallaron una molécula que es capaz de proteger el hígado. La misma puede reducir de manera significativa el daño que provoca la hepatitis fulminante.
Durante ensayos en modelos de hepatocarcinoma, los investigadores observaron algo inesperado: además de achicar tumores, la sustancia disminuía la inflamación hepática.
Ese dato encendió la pregunta que daría origen al hallazgo: ¿y si RAC1, la proteína blanco de la molécula, también tenía un rol central en la hepatitis fulminante?
Responder esa pregunta llevó varios años de trabajo. El equipo del Laboratorio de Hepatología Experimental y Terapia Génica del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT) diseñó ensayos en tres modelos animales distintos y en explantes (fragmento de tejido o células extraído de un organismo vivo para ser cultivado en un medio artificial fuera del cuerpo) de hígado humano.
La magnitud del descubrimiento se entiende al considerar el peso de las enfermedades hepáticas en el mundo. Se calcula que en conjunto las patologías agudas y crónicas del hígado causan alrededor de dos millones de muertes cada año, lo que equivale a cerca del 4% de todos los fallecimientos globales.
Dentro de ese panorama, la hepatitis fulminante es uno de los cuadros más devastadores, porque su avance es rápido. Por otra parte, los investigadores también encontraron evidencia de que puede resultar útil en otro síndrome devastador: la falla hepática aguda sobre crónica, conocida como ACLF por sus siglas en inglés.
Se trata de una complicación que afecta a pacientes con cirrosis y que suele presentarse con descompensación hepática acompañada de fallas en otros órganos.
El estudio, recientemente aceptado para publicación en Journal of Hepatology Reports, se desarrolló en el marco de la tesis doctoral de Bárbara Bueloni, becaria del IIMT.
Contó con la dirección de Mazzolini y de Juan Miguel Bayo Fina, investigador adjunto del Conicet, además de la participación de Esteban Fiore y la colaboración de Julieta Comin (INTI), quien intervino en la etapa inicial del desarrollo de la molécula.
Por último, vake recalcar que el siguiente paso es optimizar la formulación para uso humano y realizar estudios toxicológicos en distintas especies animales. Esa etapa es clave para evaluar seguridad y ajustar dosis antes de iniciar ensayos clínicos.