Argentina
Miércoles, 24 abril 2024
NOTA DE TAPA
11 de abril de 2023

El hartazgo con la dirigencia política y la mecha corta

La profundización de las desigualdades y la falta de respuestas en los sucesivos gobiernos generan un clima de frustración constante en la sociedad en pleno año electoral. El temor a que la agresión al ministro bonaerense Sergio Berni sea la punta del iceberg de una reacción que nunca se sabe cómo termina

Por Laura Funes y Andrés Sosa

El cuarto mes del año comenzó furioso y La Matanza -territorio clave de la provincia de Buenos Aires y de la disputa electoral- fue el escenario en el que se desató una tormenta perfecta que sacudió a toda la dirigencia política. El asesinato de un trabajador, reclamo por seguridad, violencia policial, golpiza al ministro de Seguridad, Sergio Berni, y especulaciones políticas marcaron a fuego la fatídica jornada. Todos elementos que evidenciaron, como tantas otras veces, el fracaso de quienes administran y administraron el Estado ante el hartazgo creciente de la sociedad. Con las elecciones a la vuelta de la esquina, oficialismo y oposición están arrinconados por la realidad.

El 2023 viene espeso para grandes porciones de la población, que no encuentran respuestas a problemas elementales que se arrastran hace décadas. Los cortes de luz, la falta de agua, robos a quienes van a trabajar, salarios que pierden contra la inflación, alimentos y alquileres carísimos son algunas de las problemáticas con las que deben lidiar. Todas falencias estructurales que quienes hoy integran el Frente de Todos (FdT) y Juntos por el Cambio (JxC) no lograron resolver en sus diferentes gobiernos.

Por ese motivo, los golpes que le propinaron a Berni el lunes 3 de abril se transformaron en un severo llamado de atención a toda la dirigencia política. La perspectiva de un futuro es casi nula, las alternativas de siempre se muestran agotadas casi por completo y emerge el hastío. Las opciones más salvajes que tiempo atrás eran impensadas ahora se miran como canalizadoras de ese descontento.

Acá es donde comienzan a surgir las dudas y temores de gran parte de los actores principales del ámbito político. Incluso, desde la oposición, hay quienes plantean cierta preocupación sobre cómo puede impactar en las recorridas de campaña y, lo que es mucho peor, en las urnas, pero continúan con el mismo plan para retornar a conducir los destinos. Por el lado del oficialismo son más optimistas, no niegan los reclamos genuinos, apuntan contra sus adversarios y así le ponen paños fríos al clima tenso. 

Como contrapartida, los analistas políticos coinciden en la disociación de la agenda que tienen los dirigentes con la que afecta directamente a los intereses de la gente. En concreto, el descontento proviene de entender que ni siquiera son escuchados. Nada sorprendente. Basta con hacer un repaso sobre cuáles son las principales discusiones del FdT y JxC y la respuesta se cae de maduro.

En la Gobernación bonaerense fueron consultados por La Tecla sobre la lectura que hacen del clima social reinante y respondieron: “Lo mismo nos preguntaban cuando en pandemia tuvimos el aislamiento y no pasó nada”. Entonces manifestaron que “no observamos” que exista una escalada de violencia en los reclamos de la sociedad. Sin embargo, ante las protestas genuinas expresadas por la población, reiteraron que “siempre hay sectores políticos que los utilizan para sacar algún rédito”. 

“Cuando la sociedad no tiene respuesta a sus necesidades reacciona de distintas maneras, pero no parece ser una situación generalizada”, caracterizaron desde el entorno de Axel Kicillof sobre la coyuntura.

Una mirada distinta se propone desde la vereda contraria. Ante consultas similares, un jefe comunal opositor del Conurbano hizo foco en el proceso electoral y evaluó: “Nunca se vio una elección donde los candidatos midan tan poco todos. Pero hay que entender la situación. Se van a votar a terceros porque, en realidad, no quieren votar a nadie y el voto es obligatorio. Pero hagan lo que hagan, no va a cambiar la idea de destrucción que vive una parte de la ciudadanía”.

Por su parte, un dirigente encumbrado del PRO advirtió que “esa frustración que siente la gente, que a veces desde el descontento la lleva a un descreimiento de todo y a una indiferencia con la política, ya nos pasó en 2001”. De todos modos, seguidamente señaló: “Esperemos que no vuelva a pasar”.

El sociólogo e integrante de Circuitos Consultora, Pablo Romá, dialogó también con este medio y analizó lo acontecido con la protesta de los choferes de colectivos tras el asesinato de un compañero. “Hay una situación de descontento muy grande, y esos hechos no son aislados, más bien forman parte de un proceso en el cual estamos en una sociedad cada vez más desigual”, sostuvo.

En esa sintonía remarcó que “el  nivel de pobreza es muy alto, y eso marca un poco el clima social. El peso de la deuda es muy grande, sobre todo en las presiones que tiene el Gobierno hacia el ajuste y la devaluación. Con lo cual, eso también genera expectativas o perspectivas de no mejora y de que la situación puede empeorar”.

Más adelante el politólogo puso el foco en las consecuencias para quienes forman parte de 
la estructura política tanto oficialista como opositora. “Que trabajadores que protesten estén dispuestos a golpear a un funcionario con el rango de ministro de la provincia de Buenos Aires es la ruptura de un lazo muy grande. Eso es un problema para toda la dirigencia, porque hoy está muy en la suya. No hay una dimensión real de lo que pasa por abajo”, remarcó.

No obstante aseguró que “no veo un escenario de 2001, creo que hay una situación de descontento, de frustración muy grande”. Añadió que “a diferencia de lo que fue en los años noventa, las organizaciones sociales  tienen un rol de contención mucho mayor porque muchas están ya dentro del Estado y en aquel entonces, no”.

Con respecto al papel que juegan los dirigentes políticos, Romá fue contundente. “La política se piensa mucho a sí misma. En este contexto, cuando hay crisis, se habilita a que sucedan cosas extrañas, raras. A esta altura hay una dificultad muy grande para resolver los problemas. Me parece que lo que tiene que entender la dirigencia es que, en la medida que aumenta la tensión, es para con toda la política”, aseveró.

Estas son las lecturas que realizan desde las entrañas de los jugadores más influyentes de la política bonaerense; todo un síntoma de  los tiempos que se viven y de los objetivos que posee cada espacio político.

Mientras tanto, en este contexto, la crisis permanente provoca tal frustración que lleva a generar un escenario en el que todo se encuentra atado con alambre y caminar por la cornisa es lo cotidiano. La posibilidad de un estallido, siempre está latente, pero finalmente termina contenido. Un contexto en que “lo viejo” no termina de diluirse y “lo nuevo” ni siquiera comienza a asomarse. Una mecha corta, que amenaza con quemarse del todo pero que languidece eterna. 


El hartazgo con la dirigencia política y la mecha corta

CLIMA CALIENTE
Una correlación de distintos hechos que tensan la cuerda social

El 2023 lleva apenas cuatro meses pero ya promete ser un año movido y no solo en lo electoral. Desde que empezó se sucedió una correlación de hechos que generaron alto impacto y tensaron aún más la cuerda social. 

Durante enero y febrero, en medio de una extensa e histórica ola de calor, miles de usuarios estuvieron días y hasta semanas sin servicio de energía eléctrica. Como si eso fuera poco, muchos de ellos tampoco tuvieron agua. Y si bien los dardos apuntaron principalmente contra las empresas prestadoras de energía, lo cierto es que la dirigencia política quedó involucrada ante la falta de controles por la escasa inversión. Esto motivó la intervención de parte del Gobierno de la empresa Edesur a cargo del intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi. 

En tanto, durante el mes de marzo, con la ola de calor aún sobre las cabezas de miles de argentinos, un incendio en las inmediaciones de Atucha dejó medio país a oscuras durante va-rias horas. A raíz de ello, el gobernador Axel Kicillof postergó la apertura de sesiones en la Legislatura provincial. 

Y ese mismo mes sucedieron, al menos, dos hechos que calaron hondo en el humor social. Uno fue el brutal asesinato de un joven repartidor en el distrito de Quilmes para robarle la moto, y el otro fue la muerte de una beba de apenas tres meses de vida y en situación de calle a metros de la Casa Rosada. 

Pero la historia no terminó ahí y en los primeros días de abril, delincuentes armados balearon y mataron a un chofer de colectivos en Virrey del Pino, situación que despertó la furia de los trabajadores del sector, que protagonizaron una ma-siva manifestación en la General Paz. 
El ministro de Seguridad, Sergio Berni, y el de Transporte, Jorge D’Onofrio, se hicieron presentes en el lugar para in-tentar dispersar el corte, pero, en cambio, recibieron amenazas y golpes. 

El hecho, repudiado por todo el arco político, volvió a poner en agenda el caliente clima social que se vive en el país ante la falta de medidas que mitiguen los robos que sufren los trabajadores cotidianamente.



DE 2010 A 2022

Desigualdad estructural en el AMBA: doce años perdidos por la grieta

Un informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) al que accedió La Tecla dio cuenta de la evolución del estado del desarrollo humano en el Área Metropolitana Bonaerense en el período 2010-2022. Para esto consideraron dimensiones asociadas a derechos económicos y sociales y a privaciones monetarias de los hogares.

En ese aspecto mostró que el déficit de empleo y seguridad social se mantiene alrededor del 31% de la población y no varió entre 2010 y 2022. En tanto subió la carencia en 
alimentos y salud del 20% al 27% y la inseguridad alimentaria severa pasó del 7% al 9%. A su vez, si bien mejoró el acceso a las redes de cloacas y agua corriente, no mejoraron las condiciones para acceder a una vivienda digna.

Las conclusiones del Observatorio fueron tajantes: “En un contexto de mejoras variables pero tendencialmente regresivas en materia de bienestar para el período 2010-2022, las evidencias dan cuenta de un aumento de la desigualdad estructural al interior del AMBA: entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los partidos del Conurbano Bonaerense, para una serie de dimensiones cruciales asociadas a las condiciones materiales de vida y de integración social”.

Detallaron además: “En CABA, algunas de las privaciones no monetarias manifiestan un carácter marginal, como el caso del acceso a servicios básicos, o muy reducido, como el acceso a una vivienda digna. Para los partidos del Conurbano bonaerense, estos aspectos asumen una incidencia muy superior, aunque registran una mejora a lo largo del período observado. Sin embargo, dada la desigual composición socio-económica de ambas jurisdicciones, aumentó la brecha de desigualdad socio-urbana”.

También remarcaron que “el impacto sobre el mercado de trabajo y sobre los ingresos reales de los hogares implicó un incremento de los niveles de pobreza por ingresos y de carencias en estas dimensiones. Como consecuencia de este proceso, el análisis de la evolución de la pobreza multidimensional muestra un incremento de la brecha que implica un aumento en los niveles de desigualdades estructurales”.


El hartazgo con la dirigencia política y la mecha corta


ESCENARIO COMPLICADO
Con interna mediante, el FdT y la preocupación por mostrar resultados  

Los intendentes del Frente de To-dos (FdT) se muestran preocupados por una serie de elementos que complejizan el escenario en los distritos que comandan. En un año electoral en el que deberán poner a prueba su gestión local, el contexto social, económico y político les proponen varios obstáculos en sus territorios.

En ese sentido, Lucas Ghi, jefe comunal de Morón, en diálogo con La Tecla aseveró: “El clima está atravesado por la situación inflacionaria y la limitación para el poder adquisitivo del salario, jubilaciones y pensiones. El primer objetivo que tenemos es revertir esa tendencia trabajando de manera articulada los tres niveles del Estado”.

Indicó además: “No diría que hay una escalada de violencia”, y agregó: “En un proceso electoral siempre puede haber quienes intenten capitalizar este descontento y generar algún rédito particular. No creo que afecte el desarrollo de la campaña, más allá de episodios con tensión, pero debemos aspirar a que el debate público tenga contenido”.

También expresó el mandamás: “Puede haber situación de descontento puntual con algunos sectores no solo de la política, sino gremial, empresarial y religiosa. Tenemos que ser conscientes de la situación y trabajar con mucha responsabilidad, austeridad y sensibilidad”.

Por su parte, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, dijo: “Tenemos que empezar a saldar la deuda que tiene nuestra democracia en términos de seguridad, pero también quiero decir que esa deuda y tantas otras se podrán saldar si logramos todos los dirigentes políticos, sean del partido que sean, ponernos de acuerdo en algo que es imprescindible a la hora de tomar decisiones sobre el rumbo de nuestro país, y hablo de la deuda con el Fondo Monetario Internacional”.
 
En tanto, el alcalde de Salto, Ricardo Alessandro, afirmó: “Estamos preocupados porque la situación no tiende a mejorar, sino que empeora”. Añadió: “La gente está en una situación que se desborda a cada momento. La gente está muy mal, no hay respuestas. A veces no se pueden dar porque no las tenemos y pasan hechos como el de Berni y algunos otros”.


EDUARDO LUCITA - ECONOMISTA
“Hay cansancio frente a una crisis económica que se prolonga”

En conversación con La Tecla, el economista Eduardo Lucita analizó el fenómeno económico que atraviesa la Argentina, donde la mayoría de los indicadores de actividad son positivos pero, al mismo tiempo, crece la pobreza y caen los salarios. “Hay un fenómeno que es de la acumulación capitalista de esta época, que el capital expulsa la mano de obra del proceso de trabajo pero, al mismo tiempo, a los que quedan en él los explota cada vez más. Vemos personas que están incluidas en el mercado de trabajo, que tienen un salario formal, con descuento, jubilación, vacaciones, etcétera, y, sin embargo, están cayendo también en la pobreza. Son pobres con salarios formales”, consideró.

En cuanto al plan económico que lleva adelante el Gobierno, opinó: “Evidente-mente ha fracasado en el control de la inflación. Es un problema fuerte de puja de la distribución del ingreso, es una puja interburguesa por ver quién se apropia del excedente económico. No se puede hablar de una puja capital-trabajo porque está triunfando el capital. El problema está en las patronales, en las empresas que disputan entre ellas y dominan totalmente el mercado, y eso hace que las pymes también vayan aumentando”. 

Lucita señaló que “el acuerdo con el Fondo es totalmente inflacionario y es parte central de toda la crisis económica que estamos atravesando. Esto impone una cantidad de condicionamientos y el país ha perdido totalmente soberanía económica. El Fondo está gobernando con el Gobierno actualmente”.

Añadió en ese sentido que el FdT “hace lo imposible por no devaluar porque sabe que pulveriza los salarios, jubilaciones y todos los ingresos fijos. Eso puede terminar en un estallido, realmente, porque se da sobre un cuerpo social que está muy esquilmado”.

El economista dijo también que “hay una crisis que se está incubando. Lo vemos: hay actos de violencia, hay una situación de hartazgo frente a una dirigencia política. Hay una distancia muy grande entre la realidad social, las necesidades sociales y lo que están discutiendo los posibles candidatos o los burócratas políticos y técnicos, que discuten sobre su necesidad de subsistencia en el sistema político pero no de otra cosa. Entonces hay una brecha social muy grande. Hay cansancio frente a una crisis económica que ya se prolonga demasiado tiempo”.


El hartazgo con la dirigencia política y la mecha corta


JUNTOS POR EL CAMBIO
La oposición, entre cuestionamientos y el posicionamiento electoral

En medio de un clima cargado de tensión, la principal coalición opositora aprovecha no solo para cuestionar la gestión del Frente de Todos sino también para instalar su discurso de una necesaria alternancia para poner fin a la crisis. 

En diálogo con La Tecla, el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, aseguró que el “humor social es malísimo.  La estadística marca que la mitad del país es pobre. En estos 40 años de democracia se lograron cosas muy im-portantes, empezando por la consolidación de la democracia, pero nuestros compatriotas no tienen los mínimos materiales como para poder vivir con libertad, poder criar una familia y lograr el antiguo sueño argentino que es que con trabajo y con estudio se puede progresar. Eso produce frustración. Si no entendemos que esa frustración requiere del máximo de la templanza por parte de toda la dirigencia vamos a estar colaborando con la explosión social”.

En este marco, el radical señaló: “Soy optimista respecto del futuro con los pies sobre la tierra, es decir, soy optimista si hay un recambio de la dirigencia nacional, si quienes gobiernan llevan adelante un acuerdo muy fuerte para llevar adelante las reformas”.

Por su parte, el jefe comunal de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, opinó: “La bronca está justificada. Como diría algún intendente amigo, Néstor Grindetti, la gente está con mecha corta, y eso es producto de que no se le resuelven sus problemas, básicamente lo económico, la inflación, el laburo y la inseguridad. Entonces, en lo que nosotros podemos, los intendentes, colaboramos al máximo, pero acá, la responsabilidad de seguridad 
es de la Provincia y para los delitos federales, de la Nación. Deberían trabajar juntos, cosa que no están haciendo”.

Asimismo expresó que “la posibilidad de que haya reacciones como la que hubo el otro día está latente. La gente tiene razón. La bronca está justificada, es la suma de inseguridades que te golpean: la inseguridad de llegar o no a fin de mes, la inseguridad de que te roben o que te maten; todo eso junto”. Así, para el intendente amarillo, “cuando no hay respuestas a los problemas hay descreimiento. Puede haber un voto en blanco, puede haber un ‘no voy a votar’. Por eso tenemos una gran responsabilidad desde Juntos de convertir esa bronca y esa frustración en una esperanza de un cambio positivo. Esto tiene solución, pero para que las cosas cambien hay que hacer algo diferente”.


El hartazgo con la dirigencia política y la mecha corta


ANALISIS
La cuestión Berni, por Julio Burdman 

La trompada fotografiada que recibió Sergio Berni, quien se hizo presente en una protesta de colectiveros iracundos por la muerte de un compañero, hay que atribuirla en parte al hartazgo social con la delincuencia, pero fundamentalmente a los riesgos que asume el ministro con su estilo protagónico. Aunque parezca obvio hay que decir que si él no hubiera estado allí, no le hubieran pegado. Berni busca distinguirse como “el ministro que da la cara”, y eso tiene consecuencias.

La provincia de Buenos Aires, y en particular su Conurbano bonaerense, arrastran desde hace décadas una situación compleja en materia de seguridad. Allí se superponen una situación social explosiva, oferta y demanda de delito, y una policía bonaerense difícil de conducir. Como sabemos, la fuerza provincial está subdividida regionalmente, y eso ha sido un desafío para todos sus comandantes desde la reforma. Muchos intendentes ejercen una influencia directa de la (in)seguridad -liderazgo con obvios grados de informalidad, porque la policía depende del Gobernador- y otros esquivan el bulto; la bonaerense oscila entre el autogobierno, el multigobierno y el desgobierno. Por lo tanto, el problema de fondo no se resuelve con la renuncia de Berni, ni con la continuidad de Berni. Como solemos decir los politólogos, “es más complejo”.

Como político, Berni es una rara avis en el oficialismo. Muy leal a Cristina Kirchner pero ubicado en un cuadrante ideológico distinto al del kirchnerismo, su presencia le trae problemas al Gobernador; pero eso tiene aspectos loables: tanto Kicillof como Cristina Kirchner creen que Berni tiene el perfil más adecuado para desempeñar esa función tan delicada, y sostenerlo indica un compromiso con el combate del delito.

Asimismo, Berni representa otro fenómeno, mucho más nuevo: la gestión de la seguridad como productora de candidatos. Antes era impensable, pero ya no lo es. Patricia Bullrich, Maximiliano Pullaro (Santa Fe) o Diego Kravetz (Lanús), entre otros, se proyectaron hacia las candidaturas ejecutivas por haber sido responsables de la seguridad en sus distritos. La paradoja de Berni es que fue pionero en esa vertiente pero es al que más le cuesta; probablemente porque se encuentra en el espacio político que menos valora el “salto” de la seguridad a la boleta.


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