Argentina
Jueves, 28 marzo 2024
NOTA DE TAPA
2 de agosto de 2022

El país, atascado en una crisis continua

La incapacidad de resolver los problemas estructurales genera un escenario de tensión social que se reitera a lo largo de los años. El estrés del día a día sin el horizonte de un proyecto que se consolide a largo plazo. Continuidades y rupturas de la historia reciente

Por Andrés Sosa

El contexto social, político y económico que atraviesa el país, en el cual la amenaza de que todo se puede desbordar es moneda corriente, dispara diversas lecturas al respecto y lleva a rememorar el pasado reciente, con un claro temor de que ocurra algo similar a 1989 o 2001. La crisis permanente -sensación o realidad- se ha transformado en un aspecto más que transita la cotidianidad de la población. Las explicaciones pueden ser variadas: la economía, las finanzas, los dirigentes políticos, las instituciones o una sociedad desmembrada, entre otras. Mientras tanto se acrecienta la brecha entre los pocos que más tienen y los muchos que menos poseen.

La imposibilidad de proyectar nuevos horizontes impacta de lleno en la subjetividad de las personas -además de golpear el bolsillo- y obliga a pensar en el corto plazo. El día a día se convirtió en el deporte nacional para las amplias mayorías. El estrés corre por las venas y el futuro es como aquel amor platónico que ya, paradójicamente, causa nostalgia. 

En el terreno político continúa la puja encarnizada entre dos grandes  facciones y en la que se condensa la tan mencionada “grieta”. El peronismo, por un lado, con su multiplicidad de caras y amontonado en su mayoría en el Frente de Todos (FdT), y, por otro, el rejunte de expresiones conservadoras contenidas en Juntos por el Cambio (JxC). Ambos cuentan con dirigentes con experiencias de gobierno que han mostrado sus serios límites tanto en las administraciones de Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Mauricio Macri y, ahora, Alberto Fernández.

El fracaso de estos proyectos se objetiviza en que no han podido resolver plenamente las necesidades más básicas, y también se debe, en cierto punto, a que la sociedad ha mostrado algún rasgo de memoria del ciclo de impugnación a las políticas neoliberales para oponerse a los recortes propuestos (jubilaciones, leyes laborales, entre otras). Entonces, solo han logrado evitar que su adversario no pueda desplegar el plan de gobierno ideado. Ninguno logra imponerse de manera definitiva por sobre el otro. Quizás esto sea el puntapié inicial para comenzar a responder por qué el país se encuentra en estado de crisis permanente. 

Es preciso señalar, más allá de algunas variaciones, que, mientras esta puja se desenvuelve, las cifras de pobreza son escandalosas (37,3% en el segundo semestre de 2021, según el Indec). La pauperización de la vida es preocupante. Con la inflación como mal endémico, cada vez es más  habitual que las personas busquen conseguir más de un trabajo para garantizar sus principales demandas. La denominada clase media hace denodados esfuerzos para no perder lo que ha podido conseguir, mientras mastica bronca.

En el fondo de la olla se encuentra el universo más vapuleado y que el Estado -en sus distintas administraciones- sostiene con lo mínimo e indispensable: asistencia alimentaria y programas sociales. Aquí aparecen las organizaciones piqueteras, otro actor de peso en la jungla. La mayoría está integrada al Estado y al Gobierno. Otras mantienen su independencia, y su poder de fuego preocupa seriamente a las autoridades.

Todos estos elementos también operan en la sociedad como un factor de hastío con la situación en general y particularmente responsabilizan a los dirigentes políticos. La incapacidad de enderezar el barco y evitar que se hunda -otra vez- no es gratis para “la política”. De hecho es casi unánime el reflejo de las encuestas que marcan que las principales figuras tienen más imagen negativa que positiva. Esto quedó demostrado en la 
elección del 2021, en la que tanto la izquierda como la extrema derecha tuvieron una performance positiva y sostienen una proyección de crecimiento. Otra arista más a tener en cuenta a la hora de configurar el escenario.

Este breve repaso por algunos aspectos claves fue realizado también a raíz de consultas hechas a analistas, historiadores, sociólogos y economistas (ver recuadros). Con una diversidad desde el punto de vista político e ideológico mostraron puntos de encuentro en cuanto a la caracterización del contexto y, por supuesto, con lecturas diferentes en torno a qué proyectar.

Los condimentos mencionados, en los que seguramente faltan otros tantos, componen un abanico de opciones con las que se puede elaborar un menú determinado y con distintas características. A fuego lento, arrebatado o incendiado. Dulce, amargo, agridulce o salado. El tiempo dirá cómo se cocinará esta historia de crisis permanente. 


El país, atascado en una crisis continua


FERNANDO ROSSO
“Tratar de que sobreviva la gente no puede ser un programa de gobierno”

Fernando Rosso, autor de “La hegemonía imposible. Veinte años de disputas políticas en el país del empate. Del 2001 a Alberto Fernández”, analizó el contexto en el que se encuentra el país. “La idea que me llevó a pensar en el libro es que en los últimos diez años en Argentina hay una capacidad que tienen los proyectos políticos para vetar al del adversario pero no para imponer el suyo”, dijo. 

Destacó dos proyectos: “Uno es el del neoliberalismo duro, encarnado por Juntos por el Cambio con la apertura de la economía a capitales internacionales, de endeudamiento sin límites, de primarización de la economía, de contener demandas del sector agrario. Esto fracasó con el Gobierno de Macri. Del otro lado existe uno de lo que llamo un estatismo débil, y que ese discurso, sobre todo, es articulado por Cristina”. 

Dijo además: “Esta situación no es que no tiene una resolución histórica imposible, puede pasar si hay un cambio cualitativo de las relaciones de fuerzas”. Y añadió: “Hasta ahora nadie reúne esas condiciones para darle salida por derecha, izquierda o por el progresismo”.

Indicó también: “La crisis es lo que caracteriza a la forma de vivir en Argentina en los últimos 10 años. Es vivir permanentemente en la incertidumbre, y eso no es gratuito para la política en general”. Rosso consideró: “Esto se va a definir mucho más en las calles que en el palacio. Quizás no bajo un estallido, pero sí con acciones que van cuestionando lo establecido”. Amplió: “Hay una malla de contención para mantener el orden con lo mínimo, pero tratar de que sobreviva la población no puede ser un programa de gobierno”. 

Finalmente aseguró: “La inflación tiende a unir todo, la resolución va a estar ahí. Si no se da podemos seguir con esa sensación de decadencia en la que estamos hace años”.

MIGUEL OLIVA
“Notamos una falta de participación y de interés a nivel institucional” 

En diálogo con La Tecla, Miguel Oliva, presidente de la Asociación de Sociólogos de la República Argentina y destacado docente e investigador, puntualizó: “Se podría decir que venimos de muchos años de incertidumbre en la política, en la economía, y prácticamente podríamos decir que en la Argentina somos especialistas en crisis. Veo a nivel sociológico que esto produce una falta de planificación y perspectiva a futuro”.

En esa línea el especialista sostuvo: “Hay datos que indican que tenemos alrededor del treinta y siete por ciento de pobreza, más los índices de indigencia. Más allá de 
los problemas sociales está impactando en la planificación a futuro de la gente y las instituciones. Desde lo económico hay aproximadamente entre el 5 y 6 % por ciento mensual de inflación, y esto impacta en la generación de pobreza. Además está la falta de perspectiva de los jóvenes que se están yendo de nuestro país; esto también genera desde las instituciones una falta de  perspectiva. Desde la Asociación de Sociológos estamos trabajando en eso y notamos una falta de participación y de interés a nivel institucional, y esto es un problema grave”.



GUSTAVO MARANGONI
“Nos hemos convertido en jugadores del corto plazo por excelencia”

El politólogo Gustavo Marangoni dialogó con La Tecla y manifestó que “el hecho de que la crisis sea una parte del paisaje en Argentina hace que uno tenga anestesiada determinadas reacciones. Salvo algunos intervalos está siempre en crisis. Eso es lo habitual y no tiene por qué ser lo normal. No necesariamente eso está bien”.

Agregó: “Los argentinos estamos tan sometidos a esta suerte de inmovilidad frenética que, por más que existan  cambios, en el fondo las cosas no se modifican demasiado. Tanto correr para no llegar a ningún lado”.

Luego describió que “los que nacieron en el año 2000 no conocen otra realidad que no sea la cuestión inflacionaria en Argentina. Siempre hubo inflación, entonces es la habitualidad para ellos”.

Más adelante aseguró que “con la dictadura hubo un consenso muy fuerte para decir nunca más, la gente plantea que con el voto no se jode. En el tema económico tenemos una patología crónica: no te va a matar, pero vas a convivir con esto”. En ese sentido añadió que “eso se traduce en las encuestas en un nivel de escepticismo muy fuerte. La gente dice que siempre vamos a estar peor”. 

El analista dijo también que “nos hemos convertido en jugadores del corto plazo por excelencia. Somos como el tachero que alquila el taxi: su única preocupación es juntar plata para pagar el alquiler del auto y que le queden unos mangos para comer”.

Completó en sintonía con lo anterior: “No existe le mes que viene, existe el día que viene. Vivimos así. El peor efecto que tiene una crisis como la argentina es un pacto sobre el tiempo. Se reduce a una escala mínima. La crisis modifica la noción del tiempo”.


ALEJANDRO KATZ
“En cada crisis el futuro es algo que amenaza al presente” 

El sociológo Alejandro Katz dialogó con La Tecla y reflexionó sobre las crisis recurrentes. Señaló al respecto que “tienen efectos en la subjetividad, en la psicología, a nivel personal, colectivo, económico y social”.

En esa línea sostuvo que “una de las fuerzas más importantes de la vida en común, de la producción de sociedad y la construcción de una civilización tiene que ver con la capacidad que nos damos para alejar las incertidumbres y apartarlas del horizonte”.

Sobre la realidad de nuestro país, el sociológo enfatizó que “en Argentina, la forma de hacer que el futuro no sea una amenaza se pierde en cada crisis, y el futuro es algo que amenaza al presente. Si eso sucede, la conducta individual y colectiva más racional es que el presente no cambie, porque todo lo que va a pasar puede ser peor de lo que hay; esto hace que la sociedad se vuelva conservadora y no quiera modificar nada”.

Asimismo puntualizó que “una sociedad debe modificar sus acuerdos institucionales, sus reglas laborales, sus reglas fiscales, sus dinámicas educativas, porque la realidad cambia, y eso no significa una regulación, pero sí tiene que haber modificaciones. No podemos tener un ordenamiento fiscal o laboral de hace cincuenta o cien años, porque el mundo es distinto”. 

Katz destacó también que “una sociedad que no cambia cuando todo su contexto lo hace es una sociedad que se anquilosa y se deteriora; entonces, Argentina ha entrado en una dinámica conservadora, en buena medida como resultado del aprendizaje de que el futuro va a ser peor que el presente y que las crisis afectan toda trayectoria y hacen que sea predecir con una mirada razonablemente distante, por tanto que las decisiones no se pueden tomar pensando en plazos más largos y es una sociedad que se vuelve cortoplacista”. 



El país, atascado en una crisis continua


RICARDO ROUVIER
La convivencia como autodefensa a los tiempos turbulentos

En diálogo con La Tecla, el analista político Ricardo Rouvier se refirió a los continuos procesos de crisis en nuestro país y puntualizó que “las sociedades, como autodefensa, terminan conviviendo con la crisis; así como pasa con la guerra. De modo que terminan conviviendo con países que tienen un grado de inestabilidad permanente o de baja densidad institucional; y la gente, como manera de defenderse, se aleja del tema, vive en su cotidianidad y no se ocupa”.

En esta línea, el consultor repasó: “La crisis de hoy tiene una salida racional, y esto es muy importante para el individuo y la sociedad. Eso significa poner  en orden un gobierno que estaba mal, entonces, ese desorden se convierte en un orden, le da solución y es el desenlace a la situación de crisis”. 

Por último indicó: “La situación de crisis no sale por la irracionalidad, como puede ser la violencia o situaciones desmedidas, sino que se sale por el lado de la racionalidad, y es algo bueno en el sentido de que el ciudadano termina aceptando, más allá de sus críticas termina aceptándolo”.



El factor económico y las comparaciones con 2001

Sobre la actual coyuntura también habló con La Tecla el economista Juan Latrichano. “Hay una crisis severa”, aseguró, aunque dejó en claro que “la economía real no está mal, el empleo no está mal; los salarios son bajos, y el empleo, en la medida que sube, es el remedio para mejorar el salario.  Se habla de una explosión social, pero no hay punto de comparación con la crisis de 2001”.


CESAR "TATO" DIAZ
“La crisis que tiene nuestro país es dirigencial”

César Díaz, docente investigador de la UNLP y director de la Biblioteca de la Cámara de Senadores provincial, dijo que “las crisis no son tales como nos las cuentan, más que crisis tenemos una terrible realidad. Somos un país semicolonial y consecuentemente tenemos coletazos de problemas que existen al otro lado del mundo y nos golpean a nosotros por tener una economía dependiente”.

Añadió: ”La cuestión es que estamos viviendo como país el triunfo pavoroso del liberalismo. No se pone en tensión el sistema liberal. Hay que buscar caminos alternativos”. 

Además: “La crisis que tiene nuestro país es dirigencial. No hay dirigentes capaces. Me refiero tanto a un candidato a Presi-dente como a un puntero del barrio”. 

Díaz consideró: “Hay que tener la cabeza en el futuro, imaginarse un país distinto, que pueda romper con la lógica perversa del liberalismo, que es que pocos tengan mucho y muchos tengan nada”. 

También dijo: “Tenemos una crisis de identidad, no tenemos algo que nos identifique, y necesitamos una conciencia soberana”.

Por último, el docente indicó: “El pueblo debe recuperar la mística, que es esa capacidad dialéctica que tiene de vincularse con un conductor y este de interpretar al pueblo”.


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