Pegging: cualquiera puede montar

Uno: no es indispensable ni obligatorio. Dos: la posibilidad de penetrar a otra persona no necesita de objetos artificiales; los dedos y la lengua son partes del cuerpo que sirven para aproximarse a este movimiento. Con esto aclarado podemos reconocer que las sensaciones y experiencias que genera el pegging son diferentes y vale la pena saber de qué se trata.

El término remite al juego con strap-on o strapon (dildos que se sujetan a la cintura o pelvis con arnés) y su nombre fue creado por el columnista sexual Dan Savage en 2001 (en Spotify se encuentran sus podcast llamados “Savage Lovecast”). Esta práctica va ganando terreno en las fantasías de mucha gente y no es, como se solía pensar, un accesorio para mujeres que tienen encuentros con mujeres, sino que son para que use todo el mundo con todo aquel que esté dispuesto. Así las personas que no tienen pene pueden experimentar la sensación de penetrar y a la vez comprender lo qué se siente y qué movimientos son necesarios; vivir el sexo desde otro lugar. 

Cuando se trata de pegging de mujeres a hombres, ellos tienen que estar abiertos a vivirlo y saber que se goza, y mucho. Las personas que sí tienen pene también pueden usarlo  e incluso aventurarse a realizar una doble penetración (aunque en este caso se necesita más práctica y destreza en cuanto a movimientos y colocación del cuerpo).

El uso de este accesorio puede traer beneficios de orden físico, es decir, sensorialmente, tanto para quien lo usa como para quien lo recibe, implicará estímulos novedosos que, junto al vértigo y el descubrimiento, transformarán a este combo en un viaje de ida.

“Cuando alguien abre su cuerpo para vos, se pone en una situación de vulnerabilidad y pone en tus manos mucho poder. Nunca había pensado en el sexo de esa manera antes, porque nunca me había sentido vulnerable de esa manera”, señala una chica que compartió su experiencia en Vice. Com, es que, en cuanto a la psiquis, este juego que abre la posibilidad de nuevos roles, incrementa la sensación de poder -obviamente consensuado- y complicidad que generará una emoción enriquecedora.