Argentina
Jueves, 28 marzo 2024
PERóN, PERóN...
24 de febrero de 2021

Cinco lecturas para entender el 24 de febrero de 1946, el primer triunfo peronista

"...En Argentina, un 24 de febrero, hace 75 años, se llevaban a cabo elecciones presidenciales con el propósito de restaurar en el país la democracia electoral tras el largo régimen fraudulento de la llamada Década Infame, impuesto por el golpe de estado de 1930 y derrocado por el golpe del 43..."

Cinco lecturas para entender el 24 de febrero de 1946, el primer triunfo peronista - La Tecla
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ELECCIONES DEL 24 DE FEBRERO DE 1946
ANTECEDENTES.

Para entender el 24 de febrero de 1946 resulta necesario realizar un pequeño resumen de lo acontecido, al menos, en la década anterior.
    
El 6 de setiembre de 1930 los reaccionarios de siempre derrocaron al Gobierno Constitucional de Hipólito Yrigoyen,  encarcelándolo  ilegítimamente, y persiguiéndolo  y difamándolo,  cuanto pudieron, allanaron  su casa,  destruyéndola, robando cuanto tuvieron a su alcance , etc. etc. 
   
Estos hechos se repitieron en los golpes de estado de 1955, 1962, 1976 y también, por qué no decirlo en el Golpe Blando de febrero de 2015.
           
Yrigoyen fue detenido en el entonces Regimiento 7 de La Plata y de ahí trasladado a la Isla Martin García, donde también fueron recluídos otros  Presidentes constitucionales luego de ser derrocados. 
    
Se inició  el “Nuevo Orden Republicano” instaurado mediante la irrupción y derrocamiento del Gobierno Constitucional e impidiendo el derecho de elegir y ser elegido libremente, mediante el establecimiento de un mecanismo de fraude electoral reconocido históricamente como la “Década Infame”.
    
Sus ideólogos, por el contrario, la denominaron la era del “Fraude Patriótico”. No había democracia, pero había Republica sostenían sus mentores.

Así las cosas hasta el 17 de octubre de 1945, culminación de un proceso revolucionario y pacifista que llevara a poner las cosas en su lugar con la libertad del entonces Coronel Juan Domingo Perón, encerrado por el propio Gobierno que el mismo integraba.
 
Fue  la mayor gesta popular, en la cual participaran como principales activistas, María Eva Duarte de Perón, Domingo Mercante, Cipriano Reyes y “las masas populares” entre los que podríamos citar hoy a un joven militante, de 16 años, Lorenzo Pepe, tal vez uno de los pocos sobrevivientes de aquella histórica jornada.

    El entonces Presidente de Facto, General Edelmiro Farrel le preguntó  en aquella oportunidad al joven Coronel Perón, que es lo que quería, respondiéndole – simplemente -  “Elecciones Libres”, sellando ese acuerdo con un apretón de manos, como símbolo no solo de esa oscura etapa de nuestra historia sino también el inicio de un proceso transformador y revolucionario dentro del Orden Constitucional y, digamos también, con una fuerte,  sostenida e  irracional oposición de los obcecados que aún perduran     

24 DE FEBRERO  DE 1946.

  El movimiento del 17 de octubre, tenía su conductor, el apoyo popular y espontaneo que jamás se hubiese visto, pero carecía de las herramientas e instrumentos legales que, en tan corto tiempo, le permitiesen participar del proceso electoral en ciernes, a raíz de lo cual, se utilizan los partidos políticos pre existentes que le ofrecen sus estructuras legales, El Partido Laborista, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido Independiente 
    
Así se enfrentaron con la conformación de una alianza electoral, la Unión Democrática, integrada el Partido Comunista, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista, y los conservadores del Partido Demócrata Nacional que eran parte de esta alianza que, en conjunto con la Unión Cívica Radical, representaban el espanto ante la ascendente figura de Perón  y proponen la formula José Tamborini – Enrique Mosca, ambos radicales del sector anti Yrigoyenista, alianza digamos también que, lamentablemente, persiste hasta nuestros días. (al menos de estas dos últimas fuerzas)

Por su lado  la fórmula Juan Domingo Perón – Hortensio Quijano representaba la gesta de octubre del 45  que enfrentaban a aquellos sectores con raíces en el golpe de 1930 y al principal sostenedor, el entonces Embajador de EEUU, luego Subsecretario de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado, Spruille Braden.

Una corta campaña electoral, con una diferencia de medios enorme pues todos los existentes en aquella época estaban en manos de los sectores que respondían a la Unión Democrática, y con un reducido apoyo sindical,  ( los ferroviarios tuvieron una activa participación en ese entonces )  desemboca en aquella recordada fecha  del 24 de febrero de 1946.
La fórmula del Partido Laborista, PERON- QUIJANO, obtuvo el 52,84% de los votos, esto es 1.487.866, y el sector de la Unión Democrática, con la formula TAMBORINI – MOSCA, el 42,87%. es decir 1.207.080 votos.

Faltaba sortear la elección propiamente dicha, esto es la del Colegio Electoral, (sistema imperante hasta 1994  con la única excepción de 1973), en donde el sector peronista obtuvo 304 electores, y el sector conservador y radical, alcanzó  72 diputados electores.
Como muestra de la apoyatura mediática de entonces, es dable recordar una nota el Diario Critica que sostenía que Tamborini obtendría 332 electores contra sólo 44 de Perón
Debe resaltarse la nutrida concurrencia popular, más del 83% de los inscriptos concurrieron a votar,  sobre un total de 3.400.000 inscriptos.

Además de una alta participación digamos también que fueron las últimas elecciones presidenciales en las que no votaron las mujeres, (derecho que si les había habilitado la reforma constitucional de 1934 en la Provincia de Buenos Aires,) que llegó a efectivizarse con  la consagración de ese derecho por parte del Gobierno de Perón y un gran impulso de Eva Duarte de Perón.

Luis Antonioli, politólogo, miembro del Grupo Descartes e investigador de FUNDITRA y Ex Subsecretario de Empleo bonaerense durante la gestión de Daniel Scioli.


Cinco lecturas para entender el 24 de febrero de 1946, el primer triunfo peronista


EL FRAUDE Y PROSCRIPCION COMO SINOMINO DEL ENFRENTAMIENTO POLITICO.

Hicimos referencia a los procesos electorales fraudulentos desde setiembre de 1930 hasta las  elecciones de 1946.
Las fracciones anidadas en la entonces Unión Democrática, advertidos en la imposibilidad de continuar con el fraude, violento e irracional en las elecciones, utilizaron otros mecanismos “más aceptables” pero igualmente antirrepublicanos y antidemocráticos .
Nos referimos, en principio, a los golpes de estado, cruentos o blandos, pero también al sistema artero sobreviniente al golpe de estado de 1955,  esto es la proscripción, persecución y asesinato de los sectores que apoyaban a  Perón, de los dirigentes justicialistas y sindicales.
Tanto en las dictaduras de 1966 como en la de 1976 esa persecución y terrorismo de estado se generalizó a otros sectores políticos
Debemos sostener que todos los procesos electorales, a partir de setiembre de 1955, fueron proscriptivos y, por ende, fraudulentos más allá de la pátina de legalidad y transparencia, incluso el proceso que desembocó en las elecciones del 11 de marzo de 1973, último acto electoral  realmente proscriptivo en virtud de la imposibilidad de presentarse el candidato natural del peronismo que era Juan Domingo Perón. Una introducción institucional del Gobierno de Facto de Alejandro Lanusse ( proceso que derrocara a Arturo Illia por un grupo de facinerosos  conforme el mismo denunciara al ser desalojado por las fuerzas armadas) propiciada por su Ministro del Interior, Arturo Mor Roig, ( ex Presidente de la Cámara de Diputados durante el  gobierno del radicalismo asumido en 1963), impidió la participación de depuesto Presidente Perón, constituyendo la ultima actitud proscriptiva 
Con rigor histórico podemos afirmar que estas elecciones de marzo de 11 de 
marzo de 1973 fueron las ultimas irregulares (por decir lo menos) y que  recién 
con las celebradas el 23 de setiembre de 1973, dejando  de lado  el criminal golpe de 1976,  se inició un proceso de transparencia electoral (en elecciones nacionales al menos ) de absoluta normalidad y legalidad  hasta nuestros días.
    

EMILIO AUGUSTO RAFFO
 Experto en Legislación Electoral


Cinco lecturas para entender el 24 de febrero de 1946, el primer triunfo peronista



La inesperada ayuda de los Estados Unidos a Perón: Spruille Braden


Era el año 1946 y la Argentina se encontraba inmersa en un momento de suma inestabilidad política. La denominada década infame iba quedando en el pasado y el gobierno de facto de Edelmiro Farrell ya había prometido en el mes de julio de 1945, el llamado a elecciones libres para el año siguiente.

Sumado a los sucesos del diecisiete de octubre del mismo año, Juan Domingo Perón se perfilaba como candidato a afrontar las próximas elecciones. Por ese entonces, Perón ejercía tres cargos de forma simultánea: Secretario de Trabajo y Previsión, Vicepresidente y Ministro de Guerra. 

Las bases de su apoyo radicaban en las fuerzas armadas, la Iglesia Católica y los sindicatos. El Partido Laborista, el Partido Independiente y la Unión Cívica Radical Junta Renovadora conformaban el trípode partidario para los comicios electorales un 24 de Febrero de 1946. Del otro lado, la oposición conjunta de los partidos de la Unión Cívica Radical junto con partidos del ala izquierdista como el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista y el Partido Comunista, formaron la Unión Democrática. Dicha unión de estos cuatro partidos tuvo como candidato a José Tamborini, un ex diputado y senador por la Ciudad de Buenos Aires y ex Ministro del Interior durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear.

Si bien fue fundamental para la campaña presidencial de Perón, su acompañante de fórmula, el radical Hortensio Quijano (quien recorrió el país en busca de votos radicales), la estocada final para su impulso de campaña vino por vías externas: ni más ni menos que desde los Estados Unidos.

En esos años de posguerra la conducción de los Estados Unidos estaba a cargo del presidente demócrata Harry Truman. Llevando a cabo una política de desnazificación en el mundo, donde todo lo que tuviese vínculo o se sospechara de algún vínculo con el nazismo, debía ser erradicado. 
El gobierno militar argentino de ese momento, estaba bajo la lupa del gobierno americano y designaron al embajador en Argentina, un tal Spruille Braden como Secretario Adjunto para Asuntos de las Repúblicas Americanas. 
Braden era un veterano empresario y diplomático con experiencia en América Latina. Había sido delegado en la Conferencia de los Estados Americanos, embajador en Colombia y en Cuba durante la segunda guerra mundial. Fue galardonado con un título honorario por la Universidad de Buenos Aires por su conducción en la Conferencia de Paz de Chaco.

Frente a la popularidad de Perón y sus posibilidades de hacerse con la victoria en las elecciones, el rol de Braden fue cada vez mayor. Con un apoyo directo hacia la Unión Democrática y disconforme con el accionar del gobierno de Farrell, Braden realizó llamamientos para eliminar la ideología nazifascista en la Argentina. Afirmó que los Estados Unidos emplearían todos los medios a su alcance para responder al clamor del pueblo argentino por un gobierno democrático.

Además de la actitud del funcionario estadounidense, su respaldo fue mayor cuando se realizó un cambio en el gabinete de Truman: James Byrnes reemplazó a Edward Stettinius como Secretario de Estado (el encargado de las relaciones exteriores en los Estados Unidos), el cual le brindó su total apoyo a Braden posteriormente.
Dentro del país, Braden se ganó el sustento de algunos estudiantes, empresarios e incluso de dos ex ministros de relaciones exteriores de la Argentina: Saavedra Lamas y Cantilo.

La fecha de las elecciones se aproximaban y como las posibilidades de la fórmula Perón-Quijano seguían intactas, el Departamento de Estado jugó una última carta para evitar una derrota: a solamente trece días de las elecciones, se publicó un informe de 131 páginas, llamado el Libro Azul. Dicho documento, manifestaba acusaciones de tareas de espionaje del gobierno militar para el Tercer Reich, la aprobación del gobierno para el desembarco de nazis y señalaba a Perón como un respresentante del partido nazi en la República Argentina.

Los efectos del documento no fueron los esperados para el gobierno norteamericano.
En primer lugar, la mayoría de los países latinos no vieron con buenos ojos ese intento de interferencia en la política interna de otra nación. Pero, el golpe más devastador, fue lo que sucedió luego de la publicación del documento mencionado.

El Libro Azul brindó la posbilidad de crear una dicotomía frente a las elecciones, utilizar esa herramienta en su favor, ofrecer a la población un gobierno de índole más nacionalista contra otra, dominada por intereses extranjeros, esa fue la estretegia del Partido Justicialista y sus aliados. 

Al poco tiempo, las calles se llenaron de carteles que decían “Braden o Perón”, sin ser conscientes, le habían creado a Perón un eslogan de campaña perfecto y por ende...las elecciones presidenciales. ¿Cuál fue el resultado? La fórmula Perón-Quijano se impuso a Tamborini-Mosca con un 53% de los votos en el año 1946.
El mismo Perón durante su exilio en el extranjero años más adelante, afirmó “yo, a Braden, quizás le tendría que levantar un monumento en la Argentina. Fue el que más nos ayudó a ganar las elecciones”.

Lic. Manuel Ignacio Carreras. Analista Político.


Cinco lecturas para entender el 24 de febrero de 1946, el primer triunfo peronista


24 DE FEBRERO DE 1946: EL ABRAZO DEL PUEBLO, LA PRIMERA ELECCION PERONISTA Y LA ÚLTIMA SIN LA PARTICIPACION DE LAS MUJERES 

Por Graciela Rolhaiser y Maria Eugenia Cuartango

En Argentina, un 24 de febrero, hace 75 años, se llevaban a cabo elecciones presidenciales con el propósito de restaurar en el país la democracia electoral tras el largo régimen fraudulento de la llamada Década Infame, impuesto por el golpe de estado de 1930 y derrocado por el golpe del 43. 
En ese momento histórico se produce la victoria de Juan Domingo Perón, candidato de tres partidos creados apenas unos meses antes (Partido Laborista, Unión Cívica Radical Junta Renovadora y Partido Independiente) dando cuenta de la necesidad ciudadana de transformar una realidad que venía siendo angustiante para las mayorías.
El triunfo de Perón con el 52,84% de los votos (1.487.866) contra el 42,87% que obtiene la Unión Democrática (1.207.080), legitima su poder de transformación y su trabajo por la conquista de los derechos de la clase trabajadora, que se vieron claramente, en sus tres previos años a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, donde mantuvo una relación fluida con el movimiento obrero, mejorando las condiciones laborales a través de una serie de reformas en la legislación. 
Precisamente con la creación del Estatuto del Peón, que estableció un salario mínimo y procuró mejorar las condiciones de alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales. El establecimiento del seguro social y la jubilación que benefició a 2 millones de personas. La creación de Tribunales de Trabajo, que aseguraron sentencias más justas para la clase trabajadora. La fijación de mejoras salariales y el establecimiento del aguinaldo para todos los trabajadores, como también el reconocimiento de la asociaciones profesionales, con lo cual el sindicalismo obtuvo una mejora sustancial de su posición en el plano jurídico.
En aquel tiempo Perón, en un su primer discurso como secretario el día 2 de diciembre de 1943 decía: 
“El Estado se mantenía alejado de la población trabajadora. No regulaba las actividades sociales como era su deber. Solo tomaba contacto en forma aislada, cuando el temor de ver turbado el orden aparente de la calle, le obligaba a descender de la torre de marfil de su abstencionismo suicida. No advertían los gobernantes que la indiferencia adoptada antes las contiendas sociales facilitaba la propagación de la rebeldía, porque era precisamente el olvido de los deberes patronales que, libres de la tutela estatal, sometían a los trabajadores a la única ley de su conveniencia…..”(…)
“Con la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión se inicia la era de la política social argentina. Atrás quedará para siempre la época de la inestabilidad y del desorden en que estaban sumidas las relaciones entre patrones y trabajadores. De ahora en adelante, las empresas podrán trazar sus previsiones para el futuro desarrollo de sus actividades, tendrán la garantía de que, si las retribuciones y el trato que otorgan a su personal concuerdan con las sanas reglas de convivencia humana, no habrán de encontrar por parte del Estado sino el reconocimiento de su esfuerzo en pro del mejoramiento y de la economía general y por consiguiente del engrandecimiento del país. Los obreros, por su parte, tendrán la garantía de que las normas de trabajo que se establezcan, enumerando los derechos y deberes de cada cual, habrán de ser exigidas por las autoridades del trabajo con el mayor celo, y sancionando con inflexibilidad su incumplimiento. Unos y otros deberán persuadirse de que ni bajo la astucia ni la violencia podrán ejercitarse en la vida del trabajo, porque una voluntad inquebrantable exigirá por igual el disfrute de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones”.
Por eso decimos que la victoria de Perón como presidente, con la fórmula Juan Domingo Perón– Hortensio Quijano y bajo la consigna “DOMINGO, para todo el mundo!!” constituyó la irrupción del peronismo en la vida política Argentina, permaneciendo hasta la actualidad como una de las principales fuerzas electorales del país. También fue la primera derrota de la Unión Cívica Radical en una elección limpia, manteniendo ambos un férreo bipartidismo en la mayoría de las elecciones libres realizadas durante el resto del Siglo XX.
El compromiso cívico de la ciudadanía en conjunto se vio claramente ese 24 de febrero de 1946 lográndose una jornada de indiscutible transparencia electoral. Ahora bien no podemos dejar de soslayar que también constituye la última elección con una restricción o limitación, las mujeres no podían votar. Cuestión que con posterioridad Perón con su firma y un fuerte impulso de Eva Perón permitieron que casi cuatro millones de mujeres emitan el sufragio en 1951. Nos referimos a la sanción de la Ley 13010 de sufragio femenino y la creación del Partido Peronista Femenino, donde las seguidoras de Evita fueron las primeras militantes llevando su palabra a cada rincón del país, surgiendo luego entre ellas algunas de las primeras mujeres diputadas que ocuparon bancas e hicieron oír sus voces en el Congreso de la Nación.
Por eso el 24 de febrero de 1946, el pueblo legitimó y abrazó a su líder para llevar adelante el destino de la gran Argentina en búsqueda de la Justicia Social, la Independencia económica y la Soberanía Política, y deja en evidencia la situación de las mujeres, quienes con posterioridad pasan a ser tenidas en cuenta como orientadoras de la conciencia nacional.

Cinco lecturas para entender el 24 de febrero de 1946, el primer triunfo peronista


24 de Febrero de 1946
Nuestro Primer Triunfo Electoral

Por Ezequiel Beer

La magnificencia de las Jornadas previas del 17 de octubre de 1945 fue sin duda la escena justa que posibilito el triunfo de Juan Domingo Perón en las elecciones presidenciales del 24 de febrero de 1946.
La formulación anterior del Partido Laborista que consagro su candidatura enfrento un cumulo político sin precedentes en la Argentina bajo el rotulo de Unión Democrática explícitamente avalado por los Estados Unidos bajo un falaz resabio de nazi-fascismo sobre la figura futuro presidente.
No en vano las certeras investigaciones del Doctor Raanan Rein desechan por completo dicha acusación como así también que haya existido móviles anti semitas de su parte, algo que, no obstante, hasta nuestros días se sigue utilizando como muletilla para deslegitimar la gesta peronista en el país y en el mundo.
La victoria electoral dio lugar a los posteriores 10 años de prosperidad y felicidad del Pueblo Argentino gracias a la formulación de dos planes quinquenales y de una serie de legislaciones propendientes a la nacionalización de la economía local y a la sanción de derechos y beneficios sobre la clase trabajadora en su conjunto.
Luego del derrocamiento de Y polito Yrigoyen el 6 de septiembre de 1930 y de la sucesión de la llamada “Década Infame “se producía en el país elecciones libres y transparentes, enfatizando de plano el ascenso al poder del Peronismo por la única vía posible, es decir la electoral.
Perón – a nuestro entender – abre el primer proceso populista de masas relevante en América Latina y dado su irradiación regional dio luz a que otros países – con sus matices – adoptaran modelos políticos afines y en particular ante su efectivización.
La reacción de los poderes dominantes no se hizo esperar, que desde entonces, socaban a partir de todos los planos la legitimidad del Populismo,  pero la historia demuestra su circularidad y los fenómenos llamados progresistas o también populistas vuelven a tomar protagonismo en la región desde la aparición de Hugo Chávez en 1999, Lula en 2003 al mismo tiempo de la inauguración del periodo Kirchnerista de la década pasada y de la presencia de Evo Morales, José Mujica y Rafael Correa en la geopolítica regional.
La perdida del Neoliberalismo por legitimidad, pero no por poder real, nos desafía a los latinoamericanos a la construcción de amplios frentes de unidad con nuestros afines locales y regionales para vencer a dicho dogma y dar lugar a toda Latinoamérica de ser el ultimo espacio posible de nuestra re producción vital.
Los intereses para impedirlo son muy profundos y poderosos pero la oportunidad de un debilitamiento imperial quizás pueda ser la clave para nuestra concreción.
Miremos a Perón quien con mucha paciencia y perseverancia logro desde su lugar de General conducir los destinos de la Patria y su ejemplo aún perdura en inmensas mayorías.


 

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