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Miércoles, 29 octubre 2025
Argentina
29 de octubre de 2025
ANALISIS

Las puertitas de Kicillof

En medio de una crisis económica que aprieta, el gobernador Axel Kicillof enfrenta un dilema de puertas cerradas: ¿ceder ante las presiones internas de La Cámpora y el Frente Renovador, o abrirse paso con pantalones largos para negociar desde la fortaleza? Ambos espacios pidieron una reunión directa con él, hartos de intermediarios. La pelota está en su cancha, y el endeudamiento que tanto necesita podría ser la llave… o el candado

Las puertitas de Kicillof
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Por L.C

La provincia de Buenos Aires no da tregua. Con un panorama financiero que huele a tormenta –déficit creciente, pagos de deuda que se acumulan como facturas impagas y un Presupuesto 2026 que ya asoma como un rompecabezas imposible–, Axel Kicillof necesita oxígeno urgente.

El gobernador insiste en un paquete de endeudamiento por hasta 1.045 millones de dólares para refinanciar obligaciones y evitar el colapso, pero la Legislatura bonaerense le ha dicho “no” una y otra vez.

El último intento en el Senado, a mediados de octubre, naufragó por falta de dos tercios, dejando al Ejecutivo con las manos atadas. Y mientras el Gobierno nacional de Milei ajusta el cinturón a nivel país, Buenos Aires –el motor económico de la Argentina– jadea por un respiro que no llega. En este contexto, la derrota electoral del domingo pasado en las legislativas, donde Fuerza Patria quedó rezagada detrás de La Libertad Avanza, reavivó las internas del peronismo como un fuego mal apagado.

Pero el verdadero campo de batalla no está en los pasillos de la Legislatura, sino en el corazón del PJ bonaerense. Kicillof según encuestas tiene la imagen que  lo muestran como el peronista mejor parado en la provincia, un activo que podría ser su as en la manga. Ante él se abren dos puertas principales, y ninguna es fácil de cruzar.

La primera opción es la de la claudicación: sentarse a negociar con La Cámpora y el Frente Renovador desde una posición de debilidad, cediendo terreno en cargos, políticas y hasta en la narrativa del peronismo bonaerense. Máximo Kirchner y Sergio Massa, líderes de estos espacios, no ocultan su frustración tras la derrota. Ayer mismo, referentes de esos espacios en la Legistura  pidieron una reunión urgente con Kicillof, sin intermediarios ni vueltas. “Basta de mensajitos”, sería el mensaje. La Cámpora, con su ala dura, acusa al gobernador de no haber jugado en equipo durante la campaña, mientras el massismo reprocha la falta de oxígeno para sus intendentes.

Si Kicillof opta por esta puerta, podría significar repartir el botín de los cargos vacantes –desde el Banco Provincia hasta la Suprema Corte bonaerense– en una mesa donde él llega con las manos vacías. Sería un trueque amargo: aprobar el endeudamiento a cambio de lealtad ciega, pero a costa de diluir su liderazgo y alimentar la división que la oposición  ve como una debilidad mortal.

En el peronismo, ya circulan carteles contra “herederos” en la sede del PJ, y las acusaciones cruzadas entre camporistas y Kicillofistas   suenan a divorcio.

La segunda puerta, sin embargo, es la de la audacia: ponerse los pantalones largos y negociar no como un suplente, sino como el protagonista que el espacio necesita. Como alternativa para demostrar que tiene fichas reales en la mesa, Kicillof podría avanzar en un cambio de gabinete que desplace a algunos ministros y secretarios camporistas –Esta jugada le serviría para pagar deudas políticas con los intendentes, su verdadero sostén territorial en la pelea por 2027. Con ellos fortalecidos en carteras clave, el gobernador enviaría un mensaje rotundo: “Aquí mando yo, y el peronismo bonaerense se construye desde los municipios, no desde los despachos ideológicos”.

Su imagen superior a la de Cristina en las encuestas bonaerenses le da legitimidad para esto; no es un capricho, es supervivencia.

Fortalecido internamente, Kicillof podría entonces encarar a la oposición desde un lugar de paridad, no de súplica. La división peronista es el sueño húmedo de La Libertad Avanza, que ya huele sangre en el agua tras su victoria del domingo. Pero si el gobernador une a su espacio bajo su liderazgo –o al menos lo simula–, la negociación por el endeudamiento cambia de tono.

Ya no sería “por favor, aprueben la deuda”, sino “sentémonos a repartir: cargos en el Banco Provincia, en la Corte, las comisiones legislativas… pero con equilibrio”. Enfocarse en el Presupuesto 2026, como ya anunció en reuniones con intendentes del Movimiento Derecho al Futuro, sería el anzuelo perfecto: un plan austero pero inversor que tranquilice a los mercados y a los bonaerenses hartos de promesas vacías.

Al final, ¿qué puerta tomará Kicillof? La de ayer, con La Cámpora y el Frente Renovador golpeando a la suya, no fue casual. No quiere más intermediarios porque sabe que el tiempo apremia: la deuda no espera, ni la interna peronista. 

Si elige la puerta de fortaleza, podría posicionarse como el heredero natural del peronismo para 2027. Si claudica, el riesgo esta en convertirse en un Alberto Fernández.

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