Cultor del bajo perfil, el ministro de Economía de la Nación, Martín Maximiliano Guzmán, irrumpió en la escena política en un cargo que lo pondrá a prueba en medio de los torbellinos financieros que atraviesa el país después de cuatro años de macrismo. Amante del deporte, el funcionario deberá sortear los principales vaivenes como a sus principales rivales en la cancha.
El hombre designado por Alberto Fernández en el estratégico cargo ministerial es un neófito en la arena de la política, como así también en la denominada “rosca” que rodea a los ámbitos gubernamentales de la Ciudad de Buenos Aires. Guzmán, que cumplió 37 años el 12 de octubre, nació en la capital bonaerense, y sus raíces cercanas al barrio
El Mondongo lo llevaron a ser hincha de Gimnasia y Esgrima La Plata. Pero su amor por el deporte no se limita solamente al fútbol, al que sigue con
pasión en sus ratos libres, que desde el último 10 de diciembre son cada vez menos.
Sin duda, su principal entretenimiento es pasar el tiempo con su familia, compuesta por sus sobrinos y cuatro hermanos, donde la comunión es constante. Además, los amigos son parte de los pilares en los que se respalda el integrante del equipo de ministros del presidente de la Nación.
El titular de Economía guarda su privacidad con recelo, y sus afectos platenses evitan hablar del funcionario, que por el momento es uno de los solteros codiciados del gabinete nacional.
Martín Guzmán ingresó en la Univeridad Nacional de La Plata en 2001, tiempos de crisis, default y recambios presidenciales. De allí, su brillante desempeño lo llevó a las competir en los Grand Slams de la formación académica de Estados Unidos, don-de realizó posgrados en la Universidad Brown, además de formar parte del staff de profesionales de la Universidad de Columbia en el país del norte.
A pesar de su extenso currículum, nunca dejó de lado a su alma máter, la UNLP. En la Facultad de Ciencias Económicas, sus autoridades prefieren el anonimanto, sin embargo lo recuerdan con gran aprecio; y previo a su desembarco en el gabinete nacional era frecuente su regreso a los ámbitos de discusiones, donde llegó a enfrentar, sin que le temblara el pulso, a Federico Sturzenegger, otro economista platense con igual formación académica, pero parado en las antípodas de su pensamiento.
Fanático del tenis, Guzmán deberá negociar con los mercados y tener su approach con los organismos multinacionales para sortear la crisis financiera y convertirse en un referente de una generación que llegó para quedarse.
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