Alberto Fernández se encontró un día ungido candidato a Presidente por la figura más convocante de la oposición, quien hizo un renunciamiento a la aclamación para que fuera ella la candidata y se colocó en el segundo lugar de la lista. Una maniobra política brillante que empujó a la unificación de las voluntades con pedigrí peronista y descolocó al Gobierno. Cinco meses después, Alberto Fernández es el nuevo Presidente de los argentinos, y lo esperan por delante duros desafíos. Uno de ellos es, precisamente, mantener el liderazgo político y no ceder ante una eventual puja interna. Su vicepresidenta es nada menos que Cristina Fernández, y detrás de ella hay un ejército disciplinado. Cualquier chispa detonará una crisis política. Evitarlo es un rol del conductor, y el conductor debe ser el Presidente. En ese marco, la alianza con los gobernadores del PJ es estratégicamente fundamental para el nuevo Jefe de Estado, que ya mostró temple y presteza para atar alianzas políticas que ahora deberá cultivar día a día. La relación con la provincia de Buenos Aires, donde está el grueso del voto kirchnerista que le aseguró la Presidencia, será clave. De la misma manera que su éxito político dependerá en mayor grado de lo que pueda corregir en materia económica. El país espera calma financiera, menos inflación y dejar de sobresaltarse cada día por los vaivenes de un mercado desquiciado. Si logra eso habrá nacido el “albertismo”, una apuesta que muchos peronistas ya hacen con la ilusión de alcanzar un “kirchnerismo mejorado”. Si uno de los desafíos de Alberto es evitar que su oposición salga del propio Frente de Todos, sin dudas, para Mauricio Macri, el reto es erigirse como el referente de la vereda opuesta al próximo Gobierno. En ese caso, el actual mandatario tiene como primera meta sostener lo más que pueda la alianza gobernante y contener a la tropa con la menor cantidad de fugas posibles. Antes del domingo, muchos veían a Macri salir por la ventana alejándose de la política. El estrecho margen con el que terminó la elección le da la chance de convertirse en jefe de la oposición. Aunque el recuerdo de su Presidencia, difícilmente le dé otra chance para ese cargo, sí podría convertirse en una referencia, como nunca dejó de ser, en las antípodas, Cristina Kirchner. Emulando a lo que se dice de la selección de rugby, se puede afirmar que la “derrota digna” convirtió al “gato” en un puma. De su habilidad dependerá si muestra fiereza o el traje salvaje no le calza. |