En la primera edición, del domingo 1° de octubre, los cinco candidatos que aspiran a ocupar el sillón de Rivadavia se vieron las caras y se cruzaron ante el público por primera vez. En este segundo round, los postulantes nuevamente tienen la oportunidad de voltear el tablero a su favor. El cambio de ejes a debatir, la experiencia de la primera jornada y las reacciones del público son algunas de las consideraciones que permiten aseverar que esta nueva contienda no será igual o no tendrá los mismos resultados.
A diferencia de los debates anteriores, en esta edición se agregaron segmentos nuevos para permitir un entrecruzamiento por parte de los candidatos y así aportar dinamismo para los televidentes. Una de las críticas a las ediciones de los debates de 2015 y 2019 era que las ponencias de los candidatos no se alejaban mucho de un discurso cualquiera.
Por eso, en 2023 el debate presidencial presenta el “Derecho a réplica”, con cinco oportunidades para pedir este recurso, y “Preguntas cruzadas”, donde un candidato pregunta y el otro debe responder en no más de 45 segundos, como sus nuevas dos incorporaciones.
Preguntas cruzadas quizás haya sido el instrumento que mejor hayan utilizado, puesto que le permitió a los candidatos arremeter directamente contra sus adversarios para tratar de incomodarlos con comentarios tajantes. En cuanto al derecho a réplica, es una lástima que los contendientes no hayan sabido administrar el recurso. Cerca del final, en el tercer y último bloque, a cuatro de los cinco candidatos sólo les quedaba una chance. Veremos cómo lo administran en esta nueva oportunidad.
Por ejemplo, durante las preguntas cruzadas se dio uno de los mejores momentos, por el nivel de artillería gruesa desplegada, que se vieron en el debate. Cuando Patricia Bullrich le insinuó a Javier Milei ser parte de “los mismos de siempre” y el candidato libertario, ni lento ni perezoso, le lanzó el CV por la cara y procedió a recordarle su paso por Montoneros y la acusó de “tirabombas”. Momento incómodo para el halcón de Juntos quien de una cómoda sonrisa paso a una seriedad evidente.
No aclares que oscurece, días después, la ex ministra de Seguridad aclaró que su penosa exhibición en el debate se vio condicionada por una “gripe fuertísima”.
De hacer una parábola con un partido de fútbol, podemos afirmar que en este partido los candidatos usaron todo el tiempo de descuento y aun así el marcador quedó empatado.
Por eso, dialogamos con algunos consultores para que desde su experiencia como analistas de la opinión pública nos dieran su visión del panorama.
Pablo Romá, de Circuitos Consultora, considera que el paso por el debate no condiciona de manera sustancial los resultados posibles en los comicios del 22 de octubre. Desde su punto de vista, la candidata del FIT, Myriam Bregman, “trabajó mucho más en el postdebate” al saber aprovechar el resultado de sus “highlights” como cuando le dijo “gatito mimoso” a Milei o si su floja pregunta “te la dictó Macri o Rincón del Vago”.
Respecto al paso de los tres candidatos que ocupan el podio, Romá afirma que “cada uno juega su partido” y que cuando hay cinco contrincantes es difícil distinguir un ganador y un perdedor como es habitual.
De cara a la segunda vuelta de esta contienda, Romá tiene sensaciones de que este cruce va a ser más “filoso”. Al mismo tiempo, considera que no es conveniente para los candidatos lanzar golpes bajos, pero no descarta “que suceda”.
Gustavo Marangoni, Director de M&R Asociados, considera que hay un “pacto de no agresión” entre el candidato oficialista Sergio Massa y el libertario Javier Milei, pero que este no integra a la presidenta del PRO, Patricia Bullrich. No tanto un acuerdo con firmas o que haya sido resultado de un café, sino más bien algo tácito.
Respecto a esta edición, Marangoni considera que el pico de 44 puntos de rating se debe a la “figura muy potente” de Javier Milei. Que comunicacionalmente hace que todos estemos centrados en él, en sus reacciones y respuestas.
Tanto para Juan Schiaretti como para Myriam Bregman, considera que deben salir de sus zonas de confort para tratar de captar algún voto “más allá de su núcleo”. Schiaretti si bien tiene un discurso sólido, su “cordobesismo” no le permite abrir el ángulo para capturar algo más. Mientras que, Bregman comete el mismo error, que es no salir de su público específico.
Para Federico González, consultor y analista político, el debate que se vio fue “debate quíntuple” que no permite consolidar a uno solo de los candidatos como “el ganador/a”.
Esta quíntuple perspectiva del debate permite evidenciar que “todos tuvieron algo positivo” y todos cometieron “errores”. Al mismo tiempo, trazaron una línea en la cancha y señalaron “soy esto y allá ellos”.
González afirma que para la segunda edición del debate, a desarrollarse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, los tres principales postulantes a la presidencia deben combatir contra sus “tentaciones y debilidades personales”.
Por un lado, Sergio Massa tiende a tener actitudes de “canchero” y eso él lo sabe, es consciente de que “no tiene un Melconian enfrente”. Alguien con labia y calle para salir de contra. Esta actitud si “se mantiene sobrio” puede tener resultados positivos.
A su vez, Massa aprovecha aquella línea desplegada en su spot de “agarre el fierro caliente”, porque sabe que el electorado lo cree y no identifica en su figura un K pura cepa, esto le permite desenvolverse con “solvencia”.
Para Patricia Bullrich la tentación es caer en el continuo arrebato de “terminar con el kirchnerismo”. Y esto puede jugarle en contra, puesto que uno de sus principales adversarios no es un acérrimo kirchnerista. Y como se vio en el primer debate, que deje pasar las ocasiones para preguntar “da muestras” del desperdicio de oportunidades para embestir contra sus oponentes.
En tanto, a Javier Milei fue evidente que “le pintaron el mantra” de no dejarse llevar por su temperamento y así perder la compostura, como ha solido ocurrir en el pasado. Este autocontrol no dejó observar “el Milei que le gusta a la gente”, pero esa faceta de “loco” es un arma de doble filo. Puede ser un “loco lindo”, personaje de la motosierra, o un villano maldito como el que captura la atención en las películas o “un denso” que traspasa la barrera de lo bizarro .
Aún así, el contexto político con el caso de Martin Insaurralde en la la vox populi de la sociedad Argentina le tiende la mano a los candidatos presidenciales para propinar golpes hacia el candidato oficialista. Pero como se pudo observar el domingo pasado, la expectativa con Sergio Massa era “de qúe se disfraza” ante las acusaciones venideras respecto al ex Jefe de Gabinete o la gestión en economía y, sin embargo, supo salir airoso de las acusaciones.
Por eso, los candidatos deben tener la mente fría para observar lo que hacen los adversarios y tener el temple de saber desenvolverse con sus preguntas y respuestas.
Dos de los tres analistas consultados coinciden en que este “partido” terminó empatado y con el marcador en 0. Por lo tanto, los candidatos van a tener que saber aprovechar la ocasión de esta nueva contienda y el cambio de ejes de discusión: Seguridad, Trabajo y Desarrollo humano.
La conjetura sobre quien puede resultar ganador ante el eventual contiene tanta incertidumbre como el posible resultado de las próximas elecciones, con resultados tan parejos y tan dispuestos a cambiar.
Por lo tanto, considerando el conjunto de los aspectos evaluados no es sencillo tratar de dilucidar quién puede resultar ganador del próximo debate. Las cartas están en la mesa y las probabilidades se tuercen de acuerdo a las decisiones de los candidatos de hablar sólo a sus propios votantes, si salen a confrontar, a esquivar o a adentrarse en tal o cual tema, etc.
En Argentina las elecciones suelen corresponderse con el refrán gastronómico “sobre gustos no hay nada escrito”. Por tanto, hay proyecciones pero hasta no terminado el debate o listos los resultados de los comicios la elección por un ganador/a es un enigma.
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