Cuando las listas legislativas exigían un mínimo de un tercio por sexo, es decir dos hombres y una mujer o dos mujeres y un hombre cada tres cargos, lo que malamente se llamaba “el cupo femenino” (porque suponía que eran ellas las que debían ocupar ese tercio) en un principio complicó el armado de las listas, pero a la vez impulsó a que muchas mujeres ascendieran en la política.
Esa ley logró que muchas alcanzaran puestos que antes les eran vedados, y puso las cosas en su lugar; aunque raramente, es cierto, en la distribución quedaron dos damas y un varón entre los tres. Entonces se buscó la paridad total, que la distribución fuera 50 y 50 por ciento. Y este año debuta esa modalidad en el armado de listas, lo que verdaderamente obliga a una ingeniería para los armadores de listas, porque un corrimiento puede significar estar o no en el Parlamento nacional o el provincial. Entonces la tensión es mayor.
Lo paradójico en esta oportunidad es que en dos espacios de los tres más importantes que competirán este año, la ley de cupo les jugó una mala pasada a las mujeres, que quizá hubiesen logrado más lugares si se hubiera mantenido en vigencia la normativa anterior.
El caso más emblemático es el de Margarita Stolbizer, una dirigente que se hizo un lugar importante en la política nacional sin que existiera ninguna ley de cupo, como lo hicieron Cristina Fernández, Elisa Carrió, Graciela Camaño, Gabriela Michetti o Verónica Magario, por nombrar sólo algunas (María Eugenia Vidal no es producto de la ley de cupos pero es contemporánea a ella).
El tema es que Stolbizer peleó con Graciela Camaño el primer lugar de la lista de diputados nacionales de Consenso Federal. Al final la pulseada la ganó la exmassista y Stolbizer decidió quedarse afuera, porque no quería ir tercera. Es que ese espacio, si la elección nacional es muy polarizada, desde el tercer lugar quizá no logre llevar al Congreso más de dos diputados.
Es cierto que es contrafáctico hablar hoy de quienes entrarían y quienes no en el Congreso, pero la experiencia de Randazzo en 2015 encendió la elerta en Stolbizer y decidió no jugar la cabeza ante la posibilidad de quedar afuera; sin soslayar, claro, la pelea de cartel. La titular del GEN cree que tiene más pergaminos que Camaño, además de haber llegado primero al espacio que conduce Lavagna.
Si Stolbizer aceptaba ser tercera, en la marquesina de la boleta aparecería la foto de Camaño y no la de ella. La cuestión se hubiese zanjado de una manera mucho más fácil si ambas mujeres fuertes de Consenso Federal hubieran podido ocupar el primer y segundo casillero de la nómina de diputados nacionales. Claramente, en este caso, la ley paridad de género en la boleta le jugó en contra a una de las dirigentes más destacadas de la política nacional y benefició a los hombres. El segundo en la lista es el exministro bonaerense Alejandro “Topo” Rodríguez.
En Juntos Somos el Cambio la grilla de diputados nacionales finalmente se ordenó con un reparto que contiene a varios sectores de los que integran la alianza, pero en las horas previas había más damas que caballeros con posibilidades de entrar entre los diez primeros. Por caso, Elisa Carrió acercó los nombres de las abogadas Marian Stilman y Mónica Frade, y la segunda debió contentarse con el puesto 12, detrás del borocoteado Alberto Asseff.
La aparición de María Luján Rey, segunda en la nómina relegó al cuarto puesto a Silvia Lospennato, que la Rosada hubiera querido ubicar aunque sea un casillero más arriba. Vidal pidió por Mariana Joury, quien quedó octava, detrás del hijo del vicegobernador Daniel Salvador. Sin ley de paridad seguramente el orden habría sido inverso. A Camila Crescimbeni, la presidenta de la Juventud Pro, también era intención colocarla en un puesto seguro a entrar, pero quedó 14 y tendrá su banca si el oficialismo gana.
La ley de paridad, en la Provincia, fue impulsada por el Frente Renovador a instancias de Malena Galmarini. Curiosamente ese espacio no es el que más mujeres ofrece para la integración de las listas de diputados nacionales y de legisladores provinciales. De hecho, se pretende que renueven gran parte de los diputados y senadores que se le van al massismo, que son 9 legisladores, de los cuales sólo una es mujer: Valeria Arata. En este caso el refrán calza justo: haz lo que yo digo, no lo que yo hago.
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