“La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra”. La cita del hidalgo caballero Don Quijote de La esperanza se perdió y la pujante Fanazul anunció el cierre de sus puertas. Los molinos de viento triunfaron una vez más, dejando a muchas familias en el desconsuelo y al distrito con una gran incertidumbre. También con un golpe a la economía local, que recibía como maná del cielo los 10 millones de pesos, mes tras mes, que pagaba la empresa estatal a los 267 trabajadores y que se volcaban a la escuálida economía azuleña. Creado al amparo del nacimiento, en 1941, de Forma parte del entramado productivo de El interventor de FM, Luis Riva, confirmó lo que era un secreto a voces: la planta de Azul dejará de producir explosivos, como la dinamita y el trinitrotolueno (TNT); una actividad que cada vez se realizaba en menor volumen. El interrogante es ahora cómo impactará esta decisión en la economía de Azul, una ciudad que ha tenido un pobre desarrollo industrial, por lo que resulta complicado que pueda absorber a los desempleados de la fábrica militar. “La sociedad de esta ciudad es muy conservadora y nunca quiso ir a fondo con la radicación de industrias”, aseveró a Aparte de Fanazul, el distrito vive, fundamentalmente, de lo que produce el área rural, motorizando la economía local junto con los empleos derivados del sector público, como los Tribunales. También cuenta con Azul Natural Beef, un frigorífico reabierto en 2015, que exporta carne vacuna a Israel y genera entre 400 y 500 puestos de trabajo. Otra fuente de empleo en la región está dada por la planta de Cerámica San Lorenzo, aunque sólo quedan poco más de doscientos trabajadores, de los más de mil que tuvo décadas atrás. Tampoco alcanza con el Establecimiento Frigorífico Azul, que faena gallinas y liebres, para amortiguar el impacto que significará esa masa de dinero que dejará de circular por los comercios y empresas azuleños. Otros emprendimientos de menor envergadura, como los vinculados al sector harinero, son escencialmente familiares, sin capacidad para absorber a los cientos de empleados de FM cuyos contratos no fueron renovados el último día del año. Los actores principales buscan soluciones, y aunque, según el refrán, la esperanza es lo último que se pierde, la llama se va apagando poco a poco.
El impacto del cierre de la fábrica militar de Azul es observado con preocupación por los comerciantes y empresarios de la región. Oscar Puga, vicepresidente de CEDA (Centro Empresario de Azul), aseguró que este tema “afecta a los empleados, pero también tiene un efecto psicológico negativo, porque cuando pasan esas cosas, la gente se retrae. El padre, el tío, el hermano se empiezan a cuidar en los gastos, porque la prioridad es ayudar a los que quedaron sin trabajo”. Añadió que “el problema supera a los 220 empleados que no les renovaron contrato; esto ya pasa a ser un tema preocupante para la economía de toda la ciudad. El problema es mucho más grave, porque ante estos casos hay una retracción en las compras. Si tengo un manguito guardado, no lo gasto”. El panorama es oscuro, según Puga, porque, además, “están parados los molinos, el emprendimiento de Sudamtex está parado, algo similar pasa con una empresa papelera en el distrito. Es un conjunto de cosas, a lo que se suma que, según dicen, van a despedir gente en el municipio”. El dirigente empresarial azuleño abogó por “fabricar pelotas o fósforos, o lo que sea”, como alternativa, poniendo en duda la capacidad de la ciudad para ab-sorber esa mano de obra. “Reinsertar a esa gente va a ser complicado”, sentenció el vicepresidente de CEDA. |