La problemática, que afecta a gran parte de la Provincia, tiene su pico de mayor gravedad en veinte distritos, de acuerdo a datos oficiales. Por el impacto, ruralistas piden más atención estatal “Si no llueve en los próximos días, por los bolsones de sequía caería un 50 % la producción de soja de primera, y quizás tenga efecto en la de segunda,”, afirmó a este medio Daniel Berdini, referente bonaerense de la Confederación Intercoope-rativa Agropecuaria Limitada (CONINAGRO). Los datos del área de Suelos del ministerio de Agroindustria ubican a distritos de los cuatro horizontes bajo alar-ma. En el oeste, Pellegrini, Salliqueló, Adolfo Alsina; mientras que en el centro-oeste aparecen complicados Daireaux, Olavarría, Laprida, y Benito Juárez. Más abajo, Gonzáles Chá-ves, Tres Arroyos y Coronel Pringles. Por otro lado, Coronel Dorrego, Carmen de Patagones y Villarino son distritos del sur con un problema histórico de desertificación que ahora se ha agravado. En tanto, en el norte, los más afectados son Saladillo, parte de Veinticinco de Mayo, Pergamino, Arrecifes, Ramallo, San Nicolás y San Pedro. De acuerdo a la cartera agraria bonaerense, otros partidos tienen un déficit moderado, salvo en la zona este, donde la situación es más leve. La soja y el maíz son los principales cultivos afectados. La Provincia tiene sembradas 5,3 millones de hectáreas de soja y 2,2 millones de maíz. El ministerio de Agro-industria sostiene que la caída pa-ra el maíz es del 10,5 %, mientras que, para la soja, el cultivo que se ha consolidado en los últimos años es del 13,5 % Las esperanzas puestas en las lluvias no garantizan todo. “Si bien, para re-vertir la situación de déficit, se requieren precipitaciones por encima de los 100 milímetros, por la etapa que transitan estos cultivos, hay una pérdida de rendimiento que ya, a esta altura, resulta irreversible”, señalaron desde la Pro-vincia. Jorge Solmi, dirigente de Federación Agraria Argentina y productor de Pergamino, señala que los efectos pueden alcanzar a la soja de primera, sembrada en octubre, y la de segunda, en diciembre.
La preocupación excede al contorno que administra María Eugenia Vidal. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires estimó, a inicios de la semana pasada, que había 13 millones de áreas afectadas en todo el país. El parte detallado consignó que más de la mitad de los cultivos está en condiciones malas o regulares. La entidad esperaba, a mediados de febrero, una cosecha de 50 millones de toneladas de soja. Con nuevos datos climáticos, cambió su perspectiva. Se proyecta ahora una cosecha de 47 mi-llones, un número que contrasta con los 54 previstos al inicio del año agrícola. Si ese panorama se cumple, se trataría de la peor cosecha en cinco años. Hasta que no se complete la campaña, la Provincia evita hablar de números sobre las pérdidas económicas, pese a que se reconocen los efectos sobre la producción. Aun así, las quejas no tardaron en aparecer.
Si bien muchos especialistas y entidades ponen la alerta en el norte, De Velazco sostuvo que la zona sur de la Provincia, más allá de Benito Juárez, también está complicada. El productor planteó que se debe citar de inmediato a la Comisión de Emergencia para tratar la cuestión de la sequía. Y pidió trabajar en medidas como un porcentaje de bonificación para los productores. El funcionamiento de la Comisión de Emergencia Agropecuaria es objetado por las entidades. “El sistema está atrasado ya que, hasta hace poco, estaban sa-liendo declaraciones de emergencia por las inundaciones”, añadió De Velazco. El impuesto inmobiliario rural forma parte de la carpeta que los productores quieren discutir. La Legislatura aprobó el año pasado un incremento del 50 % en el tributo, pese al rechazo de las entidades. Con la falta de agua, la es-pina vuelve a aparecer. |