Pico y pala para cerrar la grieta social

Kirchneristas y anti-K, choripaneros y caceroleros, macristas y antimacristas conforman el escabroso distanciamiento de la ciudadanía en términos políticos.

Sin embargo, la más profunda de las grietas tiene aristas sociales y sus consecuencias son dramáticas para una porción importante de la Argentina. Es la que separa a quienes viven de los que sobreviven; a los que pueden permitirse soñar y proyectar de los que transcurren sólo pensando en cómo “parar la olla” hoy o, a lo sumo, mañana.

En esta última ha puesto la mira el gobierno de María Eugenia Vidal, que, como anticipó La Tecla hace un par de meses, amasa un ambicioso y completo programa de Urbanización de Villas, que alcanzará a una población que po-dría situarse por encima de las 150 mil personas.

La avanzada urbanizadora golpeará directamente en el corazón de cuatro de los más grandes asentamientos poblacionales: Itatí, en Quilmes, donde viven 12.000 familias; La Cava, en San Isidro (2.300); Costa Esperanza, en San Martín (1.800); y Puerta de Hierro, en La Matanza, con una población que supera las 1.100 familias.

El plan también alcanzará a otros asentamientos precarios y villas, como San Petersburgo (420 familias), 17 de Marzo (850) y 17 de Marzo bis (310), todos en territorio matancero, el bastión más importante del peronismo en el populoso Conurbano bonaerense.

Claro que una iniciativa de tamaña magnitud debe, imperiosamente, contar con la correspondiente financiación económica, algo que el gobierno bonaerense ya tiene atado: erogará 1.200 millones, y la Nación se ha comprometido a poner sobre la mesa una cifra similar.