En 2015, los cuatro años de gestión llegaban al final. Había que hacer las cosas bien para lograr la reelección. No sucedió. El cambio fue grande, y el despelote previo, también. Pese a que las rendiciones fueron todas aprobadas, el Tribunal de Cuentas repartió sanciones para 127 de los 135 jefes comunales que culminaron la gestión en diciembre de aquel año.
Una de las razones del bochazo generalizado fue quizá la proximidad de las elecciones, que hizo que el foco no estuviera puesto en la gestión y sí en las urnas. ¿El gran cambio electoral está relacionado con las desprolijidades marcadas por la entidad presidida por Eduardo Grimberg? Todo puede ser. La coincidencia está. Aunque, claro, puede ser sólo una casualidad.
Las multas oscilan entre 5 mil y 48 mil pesos, y los cargos llegan a superar los 200 millones de pesos; tal el caso del exjefe comunal platense Pablo Bruera. También, vale aclarar, hay castigo monetario para los alcaldes que apenas llevan un año y medio de gestión; en la mayoría de los casos por errores o deficiencias administrativas de menor calibre, que habrán tenido la oportunidad (o no) de corregir en el ejercicio del año pasado.
Dos párrafos aparte para los intendentes que no fueron alcanzados por la lupa del tribunal. A la cabeza, al igual que en el ejercicio 2014, Fernando Carballo (FR), exmandamás de Magdalena y actual diputado nacional, quien cerró sin siquiera una amonestación o un llamado de atención.
Lo acompaña en este selecto escalón el florense Alberto Gelené (sí fue amonestado su sucesor, Ramón Canosa).
En tanto, recibieron la “amarilla” Walter Torchio (C. Casares), Eduardo Bucca (Bolívar), Ismael Passaglia (San Nicolás) y Gustavo Cocconi (Tapalqué), un póker de peronistas (el nicoleño saltó a Cambiemos), que, a pesar del tsunami macrista, fueron respaldados por su gente y consiguieron así la “re” en el cargo. ¿Premio a la prolijidad o casualidad? Vaya a saber. El que no fue votado pero sí mostró prolijidad fue el también PJ Juan Delfino (Suipacha).
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