Llevada a la pantalla chica, la historia del legendario Ragnar Lodbrok surcando los mares del norte mostró una cara valiente, ambiciosa y combativa -aunque violenta, no exenta de saqueos- de los Vikingos (así se llamó la taquillera serie que triunfó en el mundo), pueblos que dejaron una huella indeleble en culturas como las escandinavas.
Uno de estos países, Islandia, protagonizó en los últimos años revueltas y sacudones políticos para acabar con la corrupción, mandando a la cárcel a decenas de políticos y banqueros, sea por la irresponsabilidad en el manejo de la crisis o por participación en escándalos como los Panama Papers.
Inspirados en la lucha de los rubios europeos por la decencia, llegó a la Argentina un nuevo espacio político que se plantea recuperar un manejo honesto y transparente de los recursos públicos en momentos de cuadernos, choferes y supuestos tesoros enterrados bajo tierra.
Con la impronta de su antecesor nórdico y la personería jurídica a nivel provincial bajo el brazo, sus impulsores eligieron un nombre directo y que deja poco lugar para las dudas: Partido Anti Corrupción (PAC).
En su declaración de principios aspira a “contribuir a la unidad latinoamericana” y “aborrece los golpes de estado, la represión y el encarcelamiento de los luchadores populares”, además de im-pulsar la reforma del Código Penal de la Nación.
En ese caso abogan por la prisión perpetua a todos los condenados por corrupción, condenando “el robo, el hurto, la mentira, los delitos sexuales, los femicidios, los delitos privativos de la libertad, los delitos contra la administración pública y a todo funcionario púbico que cometa delito de cualquier naturaleza”.
“Estamos convencidos de que el país, a través de los distintos gobiernos que pasaron, no han progresado porque la corrupción está instalada hace muchos años”, aseguró a La Tecla el presidente de la Junta Promotora a nivel nacional y titular del espacio en la Provincia, Leonardo Mollard.
“No es un partido de izquierda, tampoco es de derecha; es un partido que bus-ca recuperar los valores que perdió nuestra sociedad y volver a poner la política al servicio de la gente”, explicó. Añadió el dirigente que “somos un grupo que viene trabajando desde hace rato, pero desde afuera de los partidos. Algunos hemos colaborado en ciertos sectores, pero nunca estuvimos metidos de lleno en la política. Sí hemos participado en ONG, en fundaciones, pero nos dimos cuenta de que desde esos lugares no podíamos cambiar la realidad. Por eso decidimos transformarla metiéndonos en política, tratando de cambiarla, porque creemos que un país crece a través de sus dirigentes”.
Mollard señaló además que “hace un año venimos trabajando en un proyecto de gobierno y en un programa que nosotros queremos llevar adelante y que, esté el gobierno que esté, lo continúe. Países serios, como Chile o Uruguay, tienen un programa de gobierno respetado por todos. Nuestra idea es que el programa esté cerca de la gente y entender que un gobierno no es una empresa que tiene que dar ganancias, como muchos lo quieren ver, sino que tiene que trabajar para que la gente tenga lo necesario pa-ra poder vivir tranquila. En ese sentido, nosotros tenemos varios proyectos, que tienen que ver con educación, con seguridad o salud”.
Ni con Cristina ni con Macri
En diálogo con La Tecla, Leonardo Mollar, presidente de la Junta Promotora nacional, aseguró que “la idea central del PAC es ir en un frente progresista, incorporarnos a espacios que tengan el mismo pensamiento que nosotros”.
El dirigente añadió que “tenemos hace rato los ojos puestos en Martín Lousteau, como un referente importante que expresa una realidad diferente. El problema es que él está dentro de Cambiemos, y en lo particular, hablando a título personal, yo preferiría que estemos por afuera, porque el pensamiento de Cambiemos no es muy cercano al nuestro. Hay cosas en las que coincidimos con Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, pero generaron una crisis en la clase media”.
Acerca de las posibles alianzas, dijo que “hay algunos candidatos con los que no queremos estar, como es el caso de Cristina, ni tampoco con Macri, porque nos costaría estar en ese espacio. Nosotros tenemos un perfil progresista, pero avanzamos en una construcción propia, por si el frente no se logra y tenemos que jugar igual”.
“En nuestro espacio tenemos muchos radicales disidentes, también tenemos algunos peronistas, que han abandonado en algún momento el PJ, pero siempre pensando en ideas comunes”, añadió Mollard.
Finalmente señaló que “nuestra idea es armar en los 135 distritos de la provincia de Buenos Aires y conformar en la mayoría de provincias que podamos. En eso nos sobra ambición y sueños. Nos ayudó mucho el nombre, porque mucha gente cuando, escucha partido Anti Corrupción se queda ‘guau, ¿qué es esto?’; pero cuando les explicamos cuál es el proyecto es como que se enamoran de esto”.
De Europa a Argentina, con escala en Centro y Sudamérica
“El PAC es un partido que nació en Islandia. Cuando se creó la Unión Europea hubo problemas con Grecia e Islandia fue la primera que se levantó de la mesa. Decidió apartarse y, entre las primeras cosas que hicieron, fue juzgar al primer ministro. Por primera vez mandaron a la cárcel a políticos, jueces, policías; todos detenidos”, comentó Leonardo Mollard. Y añadió: “Este movimiento llegó hasta Costa Rica, luego a Honduras y bajó hasta Chile, Brasil; y ahora está formándose en Uruguay”.
De la sorpresa a la gran decepción
El Partido Anti Corrupción irrumpió con fuerza en Honduras, durante las elecciones presidenciales de 2013. Entonces, el candidato del PAC, Salvador Nasralla, obtuvo un sorpresivo 13,43% de los votos.
Cuatro años más tarde, la fuerza no pudo repetir su performance y cayó casi un uno por ciento de los sufragios, llevando como candidata a la presidencia a su sucesora, Marlene Alvarenga.
La educación, otro caballito de batalla
Además de la corrupción, el PAC hace hincapié en la educación, proponiendo un Pacto Educativo Nacional, la profundización de la enseñanza bilingüe intercultural, adaptación del currículo a las tendencias y necesidades culturales de la región, garantizar el uso de las tecnologías de información y comunicación, y una fuerte inversión en las universidades públicas.
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