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Jueves, 28 marzo 2024
ESPIONAJE TELEFóNICO
24 de agosto de 2016

Paranoia en la Legislatura bonaerense: ¿Pinchados?

La información de un diputado sobre supuestas escuchas disparó la preocupación, pero evitaron avanzar en un pedido de informes para restarle impacto mediático

Paranoia en la Legislatura bonaerense: ¿Pinchados? - La Tecla

Tienen nuestros teléfonos pinchados”, sorprendió el diputado Rodolfo “Manino” Iriart ante autoridades de su bloque, FpV-PJ. Y dijo que había cinco integrantes de esa bancada que supuestamente eran espiados, aunque sin precisión acerca del organismo que estaría detrás de las escuchas. Iriart, quien estuvo vinculado al Ministerio de Seguridad, confiaba en sus fuentes. Fueron dos: una que le avisó y otra por la cual corroboró que cinco de los trece del bloque FpV-PJ tendrían los celulares intrusados.

Al principio costó convencer a miembros de otros espacios, pero la cuestión tomó distinto cariz cuando el denunciante fue convocado a una reunión por el presidente de la cámara, Jorge Sarghini. En presidencia estaba además Rubén Eslaiman, del Frente Renovador. Iriart les dijo que por la información que manejaba también habría escuchas de las autoridades de la cámara y de los presidentes de las comisiones.

Iriart y Andrés Quinteros redactaron la solicitud de informes para ser tratada en la sesión del día siguiente. Por esas horas ya había un clima de cierta paranoia en varios legisladores de distintas bancadas. El proyecto pedía explicaciones al Poder Ejecutivo sobre si tenía conocimiento de “de que existen teléfonos intervenidos de legisladores, ex legisladores, intendentes, ex intendentes, otros funcionarios y referentes sociales”.

Enterado, el viceministro de Seguridad, Matías Ranzini, salió disparado a la Legislatura, y tuvo un duro cruce con Iriart en un pasillo del palacio. Pese a que el funcionario trató de persuadirlo, el diputado le dijo que ellos iban a avanzar en el pedido de informes. Ya tenía 30 firmas que lo avalaban.

Algunos trataron de llevar el tema directamente a la Justicia, pero, de inmediato, aparecieron condicionantes. “No hay pruebas suficientes y no sabemos hasta dónde se puede comprometer a quien habría pasado los datos”, fue la respuesta ante La Tecla de un operador del FR.

En Cambiemos insistían en otras instancias a agotar antes de llegar al pedido de informes. “¿Cuáles? Lo único que tenemos es esto”, les re-trucaron. Y ante la insistencia del oficialismo de recurrir a la Justicia, en el peronismo reconocieron la falta de elementos para hacer una denuncia directa.

Sin un convencimiento total, en el oficialismo se mostraron decididos a habilitar el debate, aunque votarían en contra. La definición llegaría con el acompañamiento o no del massismo. Enton-ces, el Frente Renovador propuso suavizar el texto para evitar dejar al Ejecutivo como el apuntado, y convino con el FpV-PJ que el proyecto pusiera al gobierno provincial como intermediario para solicitar información a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Ese fue el texto que llegó al sobre tablas.

En Labor Parlamentaria, Mario Gia-cobbe (Justicialismo Bonaerense) alertó: “Si salimos a decir que no queremos ser escuchados avalamos que nos maten en los medios”. Juan Amondarain (FR) acompañó esa observación, e insistió en la falta de elementos para fundamentar el pedido de informes. “Si alguien tiene información fehaciente, que actúe, si no queda la cámara en un manto de sospecha”, agregó el presidente de la bancada massista.

El pedido de informes quedó entrampado en esas dudas, y en Labor se convenció al representante del FpV-PJ en la reunión, Marcelo Feliú, para retirarlo del tratamiento. La contraoferta fue mandarlo a Comisiones, y que desde allí se avance en una investigación; además de pedir una auditoría externa de los celulares de los diputados. También está la propuesta de formar una comisión de legisladores para realizar una visita a la AFI.

El tema, lejos de pasar inadvertido, alteró los nervios de varios diputados; y la mayoría prefiere evitar hablar del asunto, aunque no dejan de mostrarse preocupados. “Que te escuchen, paraliza, paranoiquea, no podés determinar el límite; el tema no es que te escuchen, sino quién y para qué”, dijo a La Tecla un legislador con experiencia. “Había legisladores asustados, hubo tensión”, reconoció.

“Las sospechas no son nuevas, ni se detienen en la actual gestión; quizás algunos compañeros, advertidos de eso, piden abrir el paraguas”, fue la pícara reflexión de un opositor a Cambiemos que también fue opositor a Daniel Scioli.

Mientras muchos están convencidos de que el tema morirá en las comisiones, otro grupo de legisladores se muestra decidido a avanzar. Todos, sin embargo, quieren evitar una sobreexposición pública del asunto. Parte de la paranoia pasa por no quedar presos de un doble discurso de transparencia por un lado y secretos ocultos por el otro. De todos modos, las escuchas, de ser ciertas, carecen de toda legalidad, y los legisladores no pueden permitirlo.

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