“Antes de empezar la nota, vayamos a ver la muestra de Juan Maresca”, señala en referencia a una obra de marcado perfil pop sobre las historias del peronismo y el getulismo, en donde el artista plástico propone imaginar que Perón y Eva nacieron en Brasil y son dos morenos llamados por su pueblo “O primer trabalhador” y “Evinha”. Esa mujer que recibe a La Tecla en el Museo Evita -una casona del barrio de Palermo donde funcionó durante el primer peronismo el Hogar de Tránsito Nº 2 de la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte- es María Cristina Alvarez Rodríguez. Ella ocupa los cargos de ministra de Infraestructura bonaerense y de presidenta de ese Museo. Pero, sobre todo, es poseedora de verdadero ADN justicialista. La sobrina nieta de la “jefa espiritual de la Nación” relata que “en el jardín de infantes, ya escribía: ‘Viva Perón’”. “Mi abuela paterna, Blanca Duarte de Alvarez Rodríguez, es una de las hermanas mayores de Eva”, grafica para explicar el parentesco. Asegura que “desde que nací, Evita estaba en el cuadro en la casa de mi abuela y en fotos en las casas de todos. Es como en cualquier familia. Sucede que siendo quien es, deja de ser un personaje habitual”. La ministra especifica que “donde estaba el cuadro de Eva era el lugar especial de la casa, era donde se ponía el pesebre y en donde en los cumpleaños se ponían los regalos”. “No recuerdo el día que la vi por primera vez porque la vi siempre. En la casa de mi abuela se la honraba muchísimo. Siempre nos dijeron que era la más importante que había en la historia de la familia y que era una iluminada”, relata. Confiesa que el vínculo con la esposa del tres veces presidente también le ocasionó algún revés. “Hoy todo el mundo habla de Eva si no con amor, al menos con cierta comprensión, pero cuando yo tenía 10 u 11 años, no”, sostiene y continúa: “Estábamos en el proceso militar y muchos agredían, ahí empecé a forjarme la dimensión de lo que era Evita y de lo que generaba”. Reseña que “la mía era una familia muy politizada”. Y asevera que tras leer mucha bibliografía en contra y a favor del peronismo, desarrolló un juicio crítico. “A partir de la lectura, mucha proporcionada por mi abuelo materno (que era un militante de FORJA), pude hacer un equilibrio entre la Evita de mi familia -la de los afectos, la más grande, la más importante, la que sufrió más, la que murió joven- y la encarnación del demonio que me presentaban algunos textos”, expresa. No obstante, Alvarez Rodríguez reconoce que “a la distancia, la admiración cada día crece”. “Es una mujer que me fascina, a medida que veo las dificultades que sorteó con la edad que tenía y cómo en siete años logró todo lo que hizo, no puedo dejar de tenerle una gran admiración”, insiste. Y, entre risas, finaliza: “Eva atraviesa toda mi vida, en todo sentido. Miren si será importante para mí que a Miguel (Cuberos), mi marido, lo conocí en una muestra sobre Evita”. LEA COMPLETA EN LA EDICIÓN 400 DE REVISTA LA TECLA. |